Sunday, May 29, 2005

 

México a fines de 1999

PALABRAS DE JAVIER TREVIÑO CANTU,
OFICIAL MAYOR DE LA SECRETARIA DE HACIENDA
FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS SOCIALES Y COLEGIO DE CRIMINOLOGIA
DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON

Monterrey, N. L., 5 de noviembre de 1999

Como regiomontano, es un orgullo para mí que celebren su 175 aniversario. Se dice fácil, pero son muchos de años de esfuerzo, constancia y calidad educativa. Por eso me da mucho gusto estar con ustedes.

Y como ustedes, yo tampoco soy economista. Estudié Relaciones Internacionales y Políticas Públicas, y me he desempeñado profesionalmente en estos campos, incluso ahora como oficial mayor de la Secretaría de Hacienda.

Pero ni ustedes ni yo necesitamos ser economistas para darnos cuenta de que vivimos una era de profundas transformaciones. Que la economía mundial es uno de los campos en donde se dan con mayor velocidad. Y que nos afectan a todos.

Por eso debemos estar atentos a los cambios que ocurren en el mundo. Hay que comprenderlos, prever hacia donde se orientan y anticipar su impacto, para adelantarnos a ellos.

Esto es lo que hemos hecho en México. La reforma estructural de la economía, iniciada en los años 80, es un ejemplo. Gracias a ella tenemos casi dos décadas de ventaja frente a naciones como China o los países de Europa del Este.

En un mundo que se transforma, literalmente, de la noche a la mañana, debemos estar preparados. Fenómenos como el acelerado desarrollo científico y tecnológico, o la globalización, requieren respuestas eficaces que nos permitan aprovechar los cambios mundiales.

Para poder hacerlo, el gran reto es consolidar nuestras instituciones. Necesitamos instituciones sólidas y eficaces, que contribuyan a promover nuestro desarrollo económico, político y social.

Con mejores instituciones, podremos tener una economía competitiva, capaz de crecer sostenidamente, de crear empleos y generar recursos suficientes para abatir la pobreza. Podremos fortalecer la soberanía. Hacer valer plenamente el Estado de Derecho. Alcanzar una mayor madurez democrática. Afianzar el respeto a los derechos humanos. Preservar nuestro medio ambiente. Y lograr mayores espacios para que la gente se desarrolle plenamente.

Ustedes, como estudiantes que reciben una educación de excelencia, conocen la importancia de una cultura de respeto a la ley. Basada en la fortaleza, legitimidad y credibilidad de las instituciones. Por eso ustedes, como estudiantes de derecho, pueden y deben contribuir al desarrollo institucional de nuestro país.

Panorama internacional

Más que una presentación técnica, me gustaría comentar brevemente con ustedes algunos de los cambios que se están dando a nivel mundial. Y lo que estamos haciendo en México para aprovecharlos y prevenir sus riesgos.

Así podremos tener más tiempo para platicar.

Si algo distingue al inicio del siglo XXI, es el acelerado avance científico y tecnológico. Su desarrollo vertiginoso ha hecho que algunos especialistas hablen de verdaderas revoluciones en campos como la biología y la información.[1]

Revolución en la biología

La revolución en la biología apenas está comenzando. Pero ya está aquí. Los avances en la biotecnología, genética e ingeniería molecular son tan impresionantes que muy pocos escritores de ciencia ficción los pudieron haber imaginado.

Quién iba a pensar hace quince o diez años que podría modificarse la estructura genética de peces como el salmón y la trucha, para que crezcan el doble de su tamaño normal. Que un chile jalapeño pudiera cruzarse con un pimiento morrón, para que no pique tanto.[2] O que la soya o el algodón pudieran alterarse para hacerlos inmunes a cualquier tipo de plaga.[3]

Avances en áreas como la clonación nos suenan cada vez más familiares. Pero apenas es el inicio de lo que está por venir. Ya se está empezando a descifrar el mapa del genoma humano, con lo que se podrán manipular los patrones genéticos.

Estudios recientes sugieren que la degeneración celular y el envejecimiento son procesos que pueden controlarse. Si esto es así, entonces la vida podrá prenderse o apagarse como si fuera una luz. Así, hay quienes ya están pensando que los seres humanos podrán vivir 125, 200 o más años.[4] Por eso se dice que estamos entrando a una era “post-humana”.

Revolución informativa

Como ya vivimos la “era de la información”. Al derrumbar las barreras del espacio y del tiempo, la televisión vía satélite, las fibras ópticas, la tecnología digital, los teléfonos satelitales e Internet están revolucionando todos los ámbitos de la vida humana.

Por ejemplo, Internet está cambiando todo: la forma en que compramos, la manera en que hacemos nuestros trabajos y hasta la forma en que nos divertimos. Y es que el universo de información que se mueve a través de Internet es enorme. El secreto es saber distinguir lo que sirve y lo que no sirve. Como lo hacen las grandes empresas y las corporaciones financieras a nivel mundial.

Porque la economía es una de las áreas en donde hay mayores cambios por los adelantos en la informática y las tecnologías de comunicación digital. Y en donde se acentúa la importancia no sólo de la información, sino del conocimiento.

Escenario económico mundial

Hay cuatro aspectos que caracterizan a la economía global en la era de la información.

La primera es la velocidad a la que se modifica el escenario económico.

Hace apenas unos años, se pensaba que el siglo XXI estaría marcado por la hegemonía de los tigres asiáticos, con Japón a la cabeza. Sin embargo, la crisis en Asia cambió este panorama.

En muy pocos meses, los principales analistas, los inversionistas y las grandes compañías comenzaron a voltear hacia Estados Unidos y Europa. Factores como el avance científico y tecnológico, el incremento de la productividad a casi el doble en comparación con el promedio registrado entre 1975 y 1995, y la creación del euro,[5] hicieron pensar que el próximo siglo sería del Atlántico.

Sin embargo, en los últimos meses el escenario está volviendo a cambiar. La caída del dólar[6] y el déficit comercial[7] estadunidense están provocando dudas sobre el buen desempeño de la economía de ese país.

A pesar de que sigue creciendo con baja inflación y casi pleno empleo, lo cual ha roto todo los esquemas que aseguraban que ésto no se podía hacer. Sin embargo, ha comenzado la incertidumbre sobre su futuro. Y sobre las consecuencias que pudiera tener la desaceleración económica de Estados Unidos en Europa.

Particularmente ahora, que se están dando alianzas entre grandes empresas de ambos lados del Atlántico. Como la mega-fusión que se registró el año pasado entre Mercedes Benz y Chrysler.[8]

Así, en un mundo en que nada puede darse por sentado, en que los escenarios cambian casi a diario, todo puede pasar. Incluso, no puede descartarse un nuevo auge en Asia. Sobre todo si se considera que Japón se está recuperando, al igual que naciones como Corea o Indonesia, y que China es un actor cada vez más importante.

Como tampoco puede desecharse la posibilidad de una nueva crisis a nivel global, en caso de que un mercado emergente entrara en crisis.

Comercio y flujos financieros internacionales

La segunda característica es el aumento del comercio y de los flujos de capital internacionales.

Como resultado de los procesos de apertura e integración de las economías nacionales, y de los adelantos en las comunicaciones y los transportes, el comercio global se ha incrementado exponencialmente.

En 1980, las transacciones comerciales internacionales equivalían a menos del 10% del PIB mundial.[9] Ahora, el comercio global es tres veces mayor, ya que representa más del 24% del PIB, unos $6.5 millones de millones de dólares.

De seguir la misma tendencia, se calcula que en el 2005 el comercio ascenderá a $11.4 millones de millones de dólares, lo que equivaldrá al 28% del PIB mundial.[10]

En gran parte, esto se debe a la expansión del libre comercio. Mientras que en 1990 existían menos de 25 acuerdos en la materia, en 1998 la cifra se multiplicó por cuatro y llegó a más de 90.[11] Entre el 50% y el 60% de las transacciones comerciales internacionales se llevan a cabo en el marco de estos acuerdos.

Paralelamente, también se han incrementado los flujos y la movilidad de los capitales transnacionales. Diariamente, corredores e inversionistas de todo el mundo, conectados a través de cientos de miles de terminales electrónicas, muevan cerca de $150 mil millones de dólares. De un lado a otro, y en segundos. Sin importar fronteras o barreras de cualquier tipo.

Inestabilidad del sistema financiero internacional

La movilidad de los flujos de capital es tal, que puede desestabilizar economías nacionales, e incluso a todo el sistema financiero mundial. En muy poco tiempo y a muy altos costos. Esta es la tercer característica.

Como consecuencia de embates especulativos, naciones como Malasia y Singapur, que hace poco habían sorprendido al mundo por su desarrollo acelerado,[12] ahora están luchando por estabilizar sus economías.

A su vez, las presiones financieras internacionales provocan que países como Brasil se vean obligados a devaluar su moneda.

A pesar de haber gastado a principios de este año más de $50 mil millones de dólares de sus reservas internacionales para defender al real.[13]

Aunque estos embates afectan a naciones cuyas economías muestran debilidades estructurales, la integración y la interdependencia económica tienen consecuencias negativas para otras regiones, países y personas.Como lo hicieron el efecto “Dragón” de Asia, o el “Samba” de Brasil.

Por eso dije al inicio de esta plática que los cambios económicos que están ocurriendo en el mundo tienen repercusiones sobre todos. Y a veces son dramáticas.

Por ejemplo, hace poco leí en una revista el caso de una señora brasileña que enviudó. Buscando entre las ropas de su marido, encontró cerca de 60 mil cruzeiros, impresos en 1990. Una cifra muy respetable en ese entonces. Para cambiarlos a reales tomó un taxi y fue al Banco Central de Brasil.

Pero, debido al cambio de moneda, las devaluaciones y los problemas económicos de ese país, con los 60 mil cruzeiros pudo comprar únicamente $20 dólares. Sólo le alcanzó para pagar el taxi.[14]

Brecha entre riqueza y pobreza

La cuarta característica es la más grave y la que requiere mayor atención: la creciente disparidad en los niveles de riqueza a nivel mundial. Y en el acceso al conocimiento.

Es indudable que los niveles de riqueza han aumentado. A ello ha contribuido, por ejemplo, el desarrollo científico y tecnológico, que ha incrementado sustancialmente la productividad. Sobre todo en el caso de las corporaciones no financieras.

Durante la década de los 90, los niveles de productividad global han crecido a tasas de 2.1%, mucho más que el promedio de 1.5% registrado de 1973 a 1990.[15] Esto ha contribuido a que la economía mundial haya crecido a cerca de 2%, y a que algunos analistas estimen que en los próximos años se elevará a niveles de 3% anual o más.[16]

Pero este crecimiento no ha sido parejo, ni ha beneficiado a las mayorías. Por el contrario, ha ampliado la brecha en los niveles de ingreso entre la comunidad internacional y al interior de cada país.

Así, mientras las 200 personas más ricas del planeta tienen una riqueza superior al millón de millones de dólares, la mitad de la población mundial vive con menos de dos dólares diarios.[17]

Mientras en una pequeña parte del mundo se habla ya de modificar genéticamente al ser humano, 700 millones de personas viven en condiciones de pobreza extrema.[18] Y serán 1,500 millones en 30 años, de seguir las cosas como están.

Resultados económicos en México

En este marco de cambio constante, de turbulencia económica y paradojas, México ha mantenido la estabilidad y ha crecido de manera sostenida los últimos tres años.

En 1998 crecimos 4.8%, más del doble en comparación con el 1.9% registrado en conjunto por la economía mundial.[19] Este año, la economía mexicana crecerá alrededor del 3%, 1% más que el promedio que registrará la mayoría de los países de la Unión Europea.[20] Incluidos Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. Y 2% más que la economía de Japón, en donde el crecimiento será de 1%.[21]

Esto ha permitido crear más empleos. En los primeros nueve meses de este año se generaron cerca de 650 mil nuevas fuentes de trabajo. Tan sólo en septiembre pasado se crearon casi 150 mil, la cifra más alta para un mes desde febrero de 1998.[22]

Pero lo más importante, es que el crecimiento de la economía de nuestro país ha permitido elevar el gasto social, que este año representa 60% del gasto total del gobierno. En particular, los recursos destinados a programas diseñados para combatir la pobreza extrema, como PROGRESA, han crecido 12% en términos reales.[23]

Estos logros son importantes, en especial en un escenario internacional como el que hemos vivido. Sobre todo, muestran que tenemos bases sólidas para que el proceso electoral del próximo año no afecte a la economía.

Los retos

Ahora, tenemos que ser responsables y consistentes para consolidar una economía fuerte, sana y en crecimiento. No como un fin en sí mismo, sino como un medio para alcanzar lo verdaderamente importante: elevar la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos.

Para ello, la tarea más importante que tenemos es fortalecer nuestras instituciones. Debemos consolidar su funcionalidad y eficiencia, condiciones determinantes en el escenario y las condiciones globales que vivimos.

La solidez institucional es fundamental para diseñar y establecer políticas públicas eficaces, basadas en consensos y compromisos. Que contribuyan a fomentar la coordinación y la cooperación entre los sectores público y privado, a nivel nacional y regional.[24]

Así, con instituciones sólidas, tendremos las bases para que en México impere el Estado el Derecho. Se acaben la corrupción, la impunidad y la violencia. Para que nuestra democracia madure y sea capaz de conciliar y atender las demandas de los mexicanos. Para que afiancemos una cultura de respeto a los derechos humanos y de protección del medio ambiente.

Con estas bases, podremos lograr un crecimiento económico sostenido, que beneficie a la gente de todo el país. Mediante la creación de empleos y el logro de mejores condiciones de salud, alimentación y, sobre todo, educación y capacitación.

En la era de la información, la educación y el aprendizaje permanente son la llave maestra para el desarrollo. Son la clave para alcanzar la prosperidad y la justicia social.

El proceso electoral del próximo año debe servir para que los candidatos planteen propuestas concretas sobre cómo consolidar nuestras instituciones. Estoy seguro que, aprovechando el aniversario de su Facultad, los invitarán para que se las expongan. Y que ustedes, que entienden la necesidad de promover un desarrollo institucional apegado a la ley, escogerán las mejores. Las que más convengan a nuestro país. Porque con nuestro voto, decidiremos el México que vamos a tener.

Muchas gracias.
[1] Francis Fukuyama, “Reconsiderando El fin de la historia”, Milenio, 25 de octubre de 1999, p.46.
[2] Newsweek, “Pepper Pickle”, 8 de noviembre de 1999, p. 4.
[3] BusinessWeek, “The 21st Century Economy, Global Challenge”, agosto 31 de 1998, p.45.
[4] Time, “Can I live to be 125?”, 8 de noviembre de 1999, p. 34.
[5] BusinessWeek, “The Atlantic Century”, 8 de febrero de 1999, p. 18.
[6] The Economist, “Straining at the seams”, 21 de agosto de 1999, p. 21.
[7] Newsweek, “Putting the World Back Together”, 4 de cotubre de 1999, p. 11.
[8] BusinessWeek, “Daimler & Chysler, what the deal would mean”, 18 de mayo de 1998, p. 20.
[9] BusinessWeek, “The 21st Century Economy...”, 31 de agosto de 1998, p. 64.
[10] Ibidem.
[11] The Economist, “Fifty years on”, 16 de mayo de 1998, p. 23.
[12] Rudiger Dornbusch, “1999: El Mundo Pisa el Freno”, Expansión, 20 de enero de 1999, p. 11.
[13] Newsweek, “Dollars and Discontent”, 4 de octubre de 1999, p. 20B.
[14] Ibidem.
[15] BusinessWeek, “The 21st Century Economy...”, p. 28.
[16] Ibid, p. 29.
[17] ONU, Human Development Report 1999.
[18] Jeffrey Sachs, “Helping the world’s poorest”, The Economist, 14 de agosto de 1999, p. 17.
[19] SHCP, comunicado de prensa 17/99, 18 de febrero de 1999.
[20] The Economist, “Converging by diverging, Europe´s economies”, 2 de octubre de 1999, p. 84.
[21] Financial Times, “Japan expects more growth”, 28 de octubre de 1999, p. p.
[22] SHCP, Informe del vocero, 25 de octubre de 1999.
[23] SHCP, Informe del vocero, 31 de octubre de 1999.
[24] Banco Mundial, World Development Report 1999-2000.

 

Mexico-U.S.

REMARKS BY JAVIER TREVIÑO,
C.A.O. OF THE MEXICAN MINISTRY OF FINANCE,
AT THE CONFERENCE

“MEXICO AND THE UNITED STATES IN THE NEXT DECADE”
San Diego, California, May 11, 1998


Dr. Abraham F. Lowenthal
President of the Pacific Council
on International Policy

Dr. Kevin J. Middlebrook
Director of the Center for US-Mexican Studies

Ladies and gentlemen:


On behalf of the Mexican Minister of Finance, Angel Gurría, I would like to thank the Pacific Council on International Policy and the Center for US-Mexican Studies for the kind invitation to be with you today. It is a pleasure for me to be once again in the San Diego-Tijuana region, in this prestigious Center to talk about the perspectives for the Mexico-US relation in the next decade.

Introduction

First of all, I would like to talk about one of the most significant trends of the 90’s: globalization. Did you know that a Mexican player is now scoring touchdowns in the NFL-Europe, for the Barcelona Dragons? Well, Marco Martos is; and he will continue to do so, unless the Chargers make him a better offer. Talking seriously, one of the greatest challenges we all face in today’s global world is to find the time to sit down, concentrate, read and think about foreign policy issues.

It does not matter if you are an academic, a policymaker, a government official, a teacher or a student; sometimes it is really difficult to go on a daily basis through the national and international newspapers, the magazines, the most recent books and, of course, the Internet. But when one finds it, undoubtedly this huge amount of information offers a tremendous chance to keep up to date about the key aspects of current international affairs.

This is the case, for example, of an article I came across last March in The New York Times. What called my attention was not only its title: “The heat is on; hot sauces are burning their way across America,” but also its subject: how profoundly Mexican and American cultures are intertwined. As you know, we Mexicans cannot eat without a good salsa picante. Well, it seems that Americans cannot either. Hot sauce, in its many guises, is here to stay, and Americans are buying it even more than ketchup. Hot-food, according to the article, is now a $15 billion-a-year business. The most famous hot pepper sauce, Tabasco, the name of a southern Mexican state, is a brand as widely recognized as Coke.

This is just an example that shows that today there is a broader relationship between Mexico and the US. But there are many more: last Tuesday, when we Mexicans commemorated the Batalla del 5 de mayo, the Governor of Texas was in Puebla enjoying the celebrations, while the Mayor of Mexico City was visiting Chicago. This was not only a cultural exchange. It was a sign of a new trend in the Mexico-U.S. relations in the next decade.

Mexico-US relationship

Over the last few years, the governments and societies of Mexico and the US have developed imaginative mechanisms that allow us to capitalize on opportunities and meet the challenges we both face. In a world characterized by several post-Cold War theories on contemporary international affairs, as discussed in Foreign Policy’s 1998 Special Spring Edition, Mexico and the US have effectively envisioned and established creative instruments to address each issue on the bilateral agenda.

NAFTA, the High Level Contact Group for Drug Control, and the Binational Study on Migration are some examples of what our governments, our businessmen, our academics, and other non-governmental sectors have accomplished by working together.

Nevertheless, we need to make further progress. The major transformations of today’s world and the challenges we will face in the near future, make it necessary to keep strengthening our ties to turn our relation into a constant source of opportunities for our countries and citizens. Particularly, I would say there are four main areas where we need to focus:

¨ The first and immediate one is to consolidate the mechanisms we have developed during the last ten years in order to make them more efficient.

¨ Second, based on the absolute respect for each other’s sovereignty and jurisdiction, we need to keep working together to better face common challenges. That requires leadership and coordination.

¨ Third, we must make the most of what already is a bridge of friendship between our countries: the Mexican-American communities in the U.S.

¨ And finally, our greatest challenge: to foster a better knowledge of each other, through education.

1. Consolidate institutional mechanisms

Our two nations have established a number of creative mechanisms that have allowed us to conduct a result-oriented relationship.

In the political area, both our governments have had the will at all levels to find new ways to address all the issues on the bilateral agenda. The Binational Commission is an example. The Commission has become a very effective Cabinet-level working group. On May 1997, 7 Ministers and more than 10 high-level US officials participated in Mexico City at the last meeting of the Commission.

In the economic field, NAFTA has substantially increased our bilateral trade; in 1997 alone, Mexico-US trade totaled a record-breaking $170 billion, almost doubling the 1993 pre-NAFTA level. This positive trend has continued during 1998; last January, trade rose 19% compared to January 1997. Mexico has become the second largest market worldwide for US goods, only behind Canada.

Mexico and the US have also strengthened the cooperation to fight drugs. Both countries have created innovative bilateral mechanisms like the High Level Contact Group, the Cabinet-level bilateral mechanism that coordinates anti-narcotics efforts; the Binational Drug Threat Assessment, a groundbreaking study that provides both nations with a common base for understanding and addressing the phenomenon; and the Joint Strategy Against Drugs, which marked a new era in bilateral cooperation on this issue.

Migration is a structural phenomenon. That is why we have also worked to promote dialogue and cooperation. The Joint Statement on Migration, adopted during President Clinton’s visit to Mexico last year, is a fundamental instrument that reaffirmed our commitment to enhance bilateral cooperation and our will to make of the border area an example of cooperation.

The Binational Study on Migration represents an important achievement. Conducted by specialists and academics from both countries, the Study provides a comprehensive analysis of the migratory phenomenon.

Given the international scope and dimensions of today’s migratory flows, Mexico, the US, Canada, and all Central American nations are working together through the Regional Conference on Migration to undertake a comprehensive and long-term approach to the phenomenon, and to promote consultation mechanisms on migration issues and human rights protection of migrants.

The Conference, a truly imaginative mechanism, was created following a Mexican proposal. After three meetings, the participant governments have agreed on a number of issues, like the Regional Consultation Group on Migration, and an Action Plan to carry out specific activities to better understand the phenomenon.

Mexico and the US are also committed to foster social and economic development along both sides of the border. This effort has been carried out through mechanisms such as the Commission for Environmental Cooperation, the NADBANK, the Working Group on Border Cooperation, the Joint Mechanisms for Border Affairs, and other regional innovative instruments, like the Two Californias, the Sonora-Arizona, and the Chihuahua-New Mexico commissions.

As you can see, nowadays we have a result-oriented relationship. But we need to consolidate the mechanisms we have established in order to make them more efficient. There are still some areas, like drugs and migration, that require unwavering efforts to better confront the challenges they represent.

2. Leadership and coordination

Institutions can help us managing a very broad and complex bilateral relationship. But it is leadership what is required in order to make progress in Mexico-U.S. relations.

Bureaucracies, in both countries, are designed to work in isolation, one from the other, paying careful attention to a very specific area or channel of communication. Partial views could set roadblocks when considering the overall bilateral relationship.

The best moments in the bilateral relationship take place when there are, both in Washington and Mexico City, high-level officials, with direct access to their Presidents, with a vision and the mandate to coordinate and facilitate decisions on issues, avoiding that a problem in one area could affect priorities or the good environment of the relationship.

We have witnessed the so-called “compartmentalization” of the Mexico-U.S. relationship. There are parallel channels to manage each and every bilateral issue. But, in order to be effective, there should be a “master of the channels”, able to control their flow, the level and the intensity.

Institutions without leaders provide stability. Leaders without institutions produce, at best, good news coverage. The next decade of Mexico-U.S. relations will demand able leaders and strong institutions working in a framework of mutual understanding.

3. Mexican-American communities in the US

Another challenge is to make the most of one of the most important bridges of friendship that exists between our countries: the Mexican-American communities in the US. At present, it is estimated that about 20 million people of Mexican descent live in the US. Of these, about 15 million were born here or are American citizens. According to The Economist of April 25th 1998, 63% of the Latin community in the US are Mexicans.

Latino communities have earned a pivotal role in the US, as a result of their growing influence in the political, economic, and cultural fields.

On the political front, Mexican-American communities are exercising a much stronger influence on public affairs in many states, and have an enormous potential at a national level. As you know, the Mexican vote is already decisive in several states, including California, Texas and New Mexico. At the state and city levels now there are more Latinos, particularly Mexicans, in elected offices than ever before.

Economic influence has also grown, contributing greatly to the prosperity of the areas and cities where these communities live. This is the case of the Los Angeles County, for example: Latino-owned business have grown from 57,000 in 1987 to 210,000 in 1997. Much of California’s recovery has been achieved thanks to them.

Also, by sending money to the regions in Mexico where they come from, they contribute to the benefit of many areas in our country. Annually, it is estimated that they send more than $4 billion dollars to Mexico, thus making a profound impact in regional development.

Mexican culture has become a significant element of your own culture. From food and sports, to our strong family values, it has undoubtedly contributed to the enrichment of American society. Hot sauce is a proof of what I say; but there are many more. The incredible growth of soccer in the US is an example; and, is there anyone here who does not know who Salma Hayek is?

Because we know that we are united to the Mexican communities in the US by our culture, the strengthening of our bonds of friendship and cooperation with them has been a priority for Mexico. The several cooperation projects carried out through the Program for Mexican Communities Abroad, the new dual nationality law, and the relationship we have developed with NGO’s that work in favor of these communities, such as LULAC, MALDEF, NALEO and many others, are some examples of our commitment to strengthen our ties.

We want to intensify this effort even more. By doing this, we know that we will contribute to a better relationship between Mexico and the US, given the special place these communities have earned in this country.

4. Deepen mutual knowledge

The other challenge we face is a fundamental, long-term one for Mexico and the US: to deepen real knowledge of each other. Unfortunately, even though in the past few years our bilateral relationship has improved substantially, some negative perceptions still remain. That is why we need to foster a better mutual understanding to go far beyond the stereotypes that sometimes have affected our relation.

As was acknowledged during the last Summit of the Americas, the 21st century world makes it imperative to attain better levels of education in order to achieve full political, economic, cultural, and social development, and to build better links among nations.

No crusade is more critical than education. As was discussed at the Santiago Summit, to prepare and to better train people in the global world, it is necessary to find imaginative educative initiatives that include measures such as fostering faculty training, improving the quality of textbooks, allocating more resources to elementary and secondary schools, and the use of new tools, like the Internet.

Education must be the way for Mexico and the US to overcome the challenges and seize the opportunities offered by the global scenario, and to foster a better knowledge of each other in order to improve our relation.

We have made important progress towards this goal. We have learned to go far beyond what media says, and to leave behind us the cliché “good news is no news.” We have started to know more about us and to appreciate each other better.

In Mexico there has always been a lot of information about the US. Today, you also have plenty of information about who we are and what we are doing. Thanks to the Internet, for example, on a daily basis American policy makers, businessmen, academics, students, the media and many other sectors can access reliable, timely information on every aspect of Mexican life.

NAFTA has been crucial in fostering a better relationship between Mexico and the US. Besides allowing us to strengthen our economic and trade ties, this mechanism has been an educational experience in itself, since Mexico, the US and Canada have become more familiar with each other’s political, economic, and social systems.

NAFTA has had a significant impact on education and culture. It has become imperative to think about how to build new links, improve the knowledge base, and ensure that the nations of North America have the qualified personnel to operate in an increasingly competitive international economic environment.

There are small, but strong, institutions like the US-Mexican Commission for Educational and Cultural Exchange, the COMEXUS, which has also been a key factor in deepening our mutual knowledge.

Among other things, the COMEXUS manages the Fulbright-García Robles Scholarships. Many of the people who benefited from the scholarships have risen to the top ranks of government , business, education, and the arts both in Mexico and the US.

Mexicans who studied in the U.S. are making a difference in the understanding and managing of bilateral relations. However, and perhaps due to generational reasons, U.S. students trained on Latin America or on Mexican studies are not yet in the top foreign policy making positions of the U.S. government. We still see that leaders in the foreign policy establishment are people trained on U.S.-Soviet, Middle East or European studies.

Hopefully this trend could change in the near future. The main universities and educational institutions in Mexico and the US have created study centers about our countries. The Center for US-Mexican Studies is one of the best examples.

Cultural exchanges have also contributed decisively to appreciate each other better. Over the last two years, cultural cooperation was highlighted by exhibits like the “Olmeca Art of Ancient Mexico” at the National Gallery of Art in Washington, D.C., and “Masterpieces from the National Gallery” at the National Anthropology and History Museum in Mexico City. All these actions and many more have contributed to promote a greater knowledge of our countries and our citizens. However, in the context of our complex and dynamic relationship, it is necessary to do more to deepen our mutual knowledge.

Undoubtedly, today Americans have more information about Mexico. Now the American public is better informed about how dramatically Mexico has changed over the last few years. Many Americans, for example, are familiar with the major economic transformations that have occurred in Mexico, and that have allowed us to return to the path of growth.

But there are other transformations that need to be better known, and that have enabled Mexico to make progress in many areas, such as the political deregulation we have gone through.

The old unwritten political “rules” that for many years characterized the Mexican political system are being left behind. Instead, the political reform we have implemented has allowed us to consolidate a more effective democracy.

A multiparty political system; the complete autonomy granted to the authority responsible for conducting the elections, the Federal Electoral Institute; transparent electoral processes; a true division of powers, and the strengthening of federalism are some examples of the more democratic life that prevails in Mexico.

While there is still much to be done in order to have the country we envision for the next century, these economic and political transformations have allowed us to make progress. In this sense, we know we are on the right track to become the more democratic, prosperous and just nation we want to be.

Ladies and gentlemen:
In order to anticipate what could happen in the Mexico-U.S. relationship in the following ten year, it is necessary to understand what has happened in the last decade. Ten years ago, a process started to unfold that has allowed Mexico and the US to have a much better relationship.

Just think for a moment about what happened at the end of 1988 and the beginning of 1989. The “Spirit of Houston” started to permeate the bilateral relationship. Friendship and confidence were built in the Salinas-Bush Administrations.

From 1990 to 1993, notwithstanding a change of U.S. Administrations, we were able to negotiate and get the approval of NAFTA. We learned to work with the U.s. Congress, the U.S. media and the U.S. grassroots. We were able to create coalitions to support NAFTA.

Nineteen-ninety-four was a very difficult year: Chiapas, Colosio´s assassinations, the Presidential election, Ruiz-Massieu´s death and a financial crisis. We were able, however, to manage a high-level attention to the relationship that ended up in the financial package put together by the U.S. government at the beginning of 1995.

In spite of the 1995 financial crisis, we were able to continue strengthening institutions. During the last three years, the Binational Commission has become a truly operational mechanism; we have consolidated NAFTA, and created the High Level Contact Group for Drug Control, and President Clinton visited Mexico in what was a very fruitful trip, just to mention some of the highlights.

The Gutiérrez-Rebollo “accident”, in 1997, was faced successfully due to our institutions and leadership on both sides of the border. This year, however, presents us with a new challenge. New teams are, or will be, in place for the management of the relationship. Let us expect that institutions and leadership will work well in order to make progress and prevent accidents.

Every step, in the last ten years, constituted part of a process that required a lot of effort, that had to be built from the bottom up. But, what happened in order for this to happen? What changed? I believe that there were two main factors that converged at the same time.

First, there was a change of attitude. We started to understand that as governments and societies we acted differently, not for the sake of vexing our neighbor, but because we were different, and that measures and programs that worked in one country were not necessarily applicable to the other.

With that understood, we started to see that even though we were different, we had a lot in common as well, so we started working in order to multiply potential benefits by joining our efforts. This required political will, negotiations, cooperation, and, above all, a better mutual understanding.

We walked into each other’s shoes and started to look at things from the other’s point of view. This way we were able to better understand, for example, how our Executive and Legislative branches worked; how the media in both countries reported and commented the news; what were businessmen and investors looking for; and what the average citizen expected. In short, we made it our business to learn about each other’s business.

The second factor was that we started to work in a coordinated way. We set up coordination mechanisms at the highest level and with direct access to our Presidents that allowed for prompt attention and smoother differences solving. In the last ten years we have good examples of leadership that worked.

These reasons have contributed to turn our inexorable geographical position into a respectful, mature and constructive relationship.

Mexico and the United States are inextricably linked. We will always be neighbors. That is why even though we have progressed in many areas, it is necessary to work harder to capitalize the opportunities and overcome the challenges we both face.

Based on the absolute respect for each nation’s sovereignty and on dialogue and cooperation, we need to consolidate and improve the mechanisms we have; to keep working together to successfully confront shared challenges; to make the best of what already is a bridge of friendship between our countries, the Mexican communities in the US; and, particularly, to foster a better knowledge of each other.

Thank you very much.

 

Perspectivas económicas 1999

PALABRAS DEL OFICIAL MAYOR DE LA SHCP,
JAVIER TREVIÑO CANTU,
EN LA FEDERACION DE COLEGIOS PROFESIONALES DEL ESTADO DE NUEVO LEON

Monterrey, N.L., 23 de abril de 1999


Me da mucho gusto estar hoy con la Federación de Colegios Profesionales del Estado de Nuevo León para hablarles sobre las perspectivas económicas para este año.

1999 será un buen año para la economía mexicana. Pero antes de explicarles por qué, quiero decirles, como profesionista, que la economía no es mi especialidad.

Yo estudié Relaciones Internacionales y Políticas Públicas, y me he desempeñado profesionalmente en estos campos, incluso ahora como Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Por eso, más que presentarles una exposición técnica, les quiero comentar las principales tendencias de la economía internacional y las oportunidades y retos que implican para México.


PANORAMA INTERNACIONAL

El mundo del fin del milenio se caracteriza por acelerados cambios en todos los órdenes, desde la economía, la política y la sociedad, hasta la cultura y las relaciones internacionales.

Estas transformaciones responden, principalmente, a los avances de la ciencia y la tecnología, a la apertura política y económica en la mayoría de los países y al proceso de globalización.

En la economía, como en otros ámbitos, los cambios están generando una verdadera revolución, que presenta muchas oportunidades.

Pero también implica riesgos y desafíos.

Los avances en campos como la robótica o la biotecnología, entre muchos otros, están generando formas más rápidas, baratas y eficientes para dar servicios y producir manufacturas y alimentos.

La magnitud y velocidad del desarrollo tecnológico está acortando los llamados “ciclos económicos”.

Estos ciclos están determinados por el tiempo que tarda una tecnología en desarrollarse, impulsar la economía y ser reemplazada por una tecnología nueva.


En el siglo XX hemos atravesado por tres de ellos:

· el ciclo de la electricidad, los químicos y las máquinas de combustión interna;

· el de la petroquímica, la electrónica y la aviación; y

· el de las redes digitales, el software y los nuevos medios de comunicación.

Lo impactante es que mientras los dos primeros se desarrollaron en 50 y 40 años, respectivamente, todo parece indicar que el tercero durará sólo 30 años.[1]

El ciclo por el atravesamos se enmarca en la llamada “era de la información” o “era del conocimiento” y está desarrollándose, literalmente, a la velocidad de la luz.

La informática y las tecnologías de comunicación digital están revolucionando la economía mundial, al acentuar la importancia del conocimiento, la comunicación y la información en las actividades económicas.
Medios como Internet y el correo electrónico derrumban las barreras de espacio y tiempo entre proveedores, productores y clientes a nivel mundial.

Así, las nuevas ventajas competitivas de las empresas están determinadas por su capacidad para conectarse a los medios que difunden conocimientos e información, y para utilizarlos eficientemente.

Como dice Bill Gates, “las compañías exitosas de la próxima década serán aquéllas que usen las herramientas digitales para reinventar la forma en que trabajan, para hacer de los flujos de información digital una parte esencial de su empresa”.[2]

Parece que tiene razón. Las industrias vinculadas a la información generaron el 37% de los nuevos empleos que se crearon en Estados Unidos el año pasado. [3]

Además, se calcula que en el año 2003, una décima parte de la economía mundial se manejará a través de Internet.[4]

Las redes informativas globales están contribuyendo a acelerar aún más la innovación tecnológica, a crear nuevos encadenamientos productivos entre las industrias de todo el mundo y a impulsar el comercio internacional.

Junto a los avances científicos y tecnológicos, la consolidación de economías abiertas en la mayor parte de los países ha contribuido a profundizar los procesos de integración mundial.

Un ejemplo es el comercio internacional. Durante los últimos 45 años ha aumentado casi 2000%, más del triple del crecimiento de la producción mundial.[5]

Esta expansión ha sido propiciada por el libre comercio. Mientras que en 1990 existían menos de 25 acuerdos de libre comercio a nivel internacional, el año pasado había más de 90. [6] Se calcula que entre el 50% y el 60% del comercio mundial se lleva a cabo en el marco de estos acuerdos. [7]

Los adelantos en las comunicaciones y la apertura de mercados también han contribuido a aumentar el volumen y la rapidez de los flujos de capital internacionales.

Actualmente, en el mundo se realizan transacciones con divisas por cerca de un billón y medio de dólares, en un día.

Estamos hablando de una cifra equivalente al producto interno bruto de Alemania. [8]

Los crecientes vínculos económicos entre los países han propiciado el surgimiento de una economía internacional cada vez más global e interdependiente.

Pero la globalización no es un fenómeno nuevo ni un proceso completo.

Lo que realmente destaca es la velocidad y profundidad con la que se ha acelerado en los últimos años.

Como muchos otros fenómenos del mundo de hoy, no lo comprendemos ni controlamos del todo, especialmente sus efectos negativos.

Uno de ellos son los desequilibrios provocados por los miles de millones de dólares que se desplazan de un país a otro a la velocidad que tarda hacer una llamada por teléfono.

Otro es la desigualdad en los niveles de ingreso, dentro de los países y entre la comunidad internacional.

Las 225 personas más ricas del mundo tienen una riqueza superior al billón de dólares, equivalente al ingreso anual de 2,500 millones de personas que viven en condiciones de pobreza extrema.

Tan sólo la riqueza del propio Bill Gates supera el producto interno bruto de Israel y Singapur. [9]

Distribuir equitativamente el ingreso y abatir la pobreza extrema son dos de los grandes retos de fin de siglo.

Más aún, si tomamos en cuenta que los avances científicos y tecnológicos sólo están beneficiando a una parte mínima de la población mundial, especialmente de los países desarrollados.

De continuar esta tendencia, corremos el riesgo de vivir en un planeta fragmentado, en el que sólo una minoría de la población entrará, realmente, al Siglo XXI.

Las fibras ópticas, los faxes o la telefonía celular sólo han alcanzado a una quinta parte de la población mundial, la cual concentra el 74% de las líneas telefónicas existentes.[10]
En el mundo existe cada vez mayor conciencia de la necesidad de encontrar respuestas a estos y otros desafíos.

Por ello, no es casualidad que el Premio Nobel de Economía de 1998 se le haya otorgado al investigador indio Amartya Sen, especialista en temas relacionados con la pobreza.

Tampoco lo es que el Foro Económico Mundial, que reúne anualmente a los principales líderes económicos del mundo en Davós, Suiza, tuvo este año como tema la “globalización responsable”.

La búsqueda de fórmulas para establecer una economía “con rostro humano” y para resolver los desafíos que plantea la globalización no es fácil.

Los cambios no se van a frenar; por el contrario, serán cada vez más rápidos.

Lo mismo sucede con la globalización y con la volatilidad de la economía internacional.

Se trata de fenómenos que forman parte de una nueva realidad, que evoluciona más rápido de lo que podemos no sólo prever, sino comprender.

En la economía internacional, como en otros ámbitos, lo único seguro es que no podemos dar nada por sentado; que cualquier cosa puede pasar, para bien y para mal.

Como personas y como país, este panorama nos presenta cotidianamente mayores oportunidades y desafíos.


LOS RETOS

¿Qué significa esto para los profesionistas o las empresas de un país como México?

De entrada, que vivimos en un ambiente cada vez más competitivo; que hay mayor competencia dentro y fuera de nuestro país.

Esto implica un reto, pero también una oportunidad: se impondrán quienes tengan la imaginación, el talento y la capacidad de aprovechar las nuevas herramientas a su alcance para ser más eficientes y productivos.

Los adelantos tecnológicos en sí mismos no representan ventajas competitivas.

Lo que realmente las concede es aprovechar al máximo su potencial y desarrollar mejores formas de utilizarlos.

En el mundo de hoy, la riqueza no la generan los recursos naturales o las máquinas, sino las ideas.

Pensemos por ejemplo, en Internet. A nadie le sirve si no sabe cómo y para qué usarlo.

A un profesionista le servirá para competir con éxito sólo en la medida que desarrolle un proyecto de trabajo, que mejore su calidad, consiga clientes o se actualice por este medio.

En una época de grandes cambios y transformaciones, la capacidad de adaptación, pero sobre todo, de innovación, es la clave del éxito.

Esto se aplica por igual a un profesionista que a una empresa, un sector económico, una comunidad o un país.

Para innovar, se requiere imaginación y preparación.

Las grandes ideas surgen de la imaginación, pero la imaginación parte del conocimiento, de la educación.

En la era de la información, la educación es la llave maestra para el desarrollo.


ESTRATEGIAS DE POLÍTICA ECONÓMICA

En este contexto, las perspectivas de la economía mexicana son buenas.

Actualmente, contamos con bases sólidas para generar un crecimiento sostenido.
En la década pasada, se inició la reforma estructural de la economía, que entre otras cosas ha permitido sanear las finanzas públicas, renegociar la deuda externa, desregular el mercado interno e impulsar la competencia y la productividad.

Además, México se ha integrado cada vez mejor a la economía internacional a través de la apertura financiera, de la firma de acuerdos de libre comercio y de la incorporación a organismos internacionales que impulsan la cooperación para el desarrollo.

En los últimos años, el gobierno ha seguido una política económica consistente y responsable.

Esta política se ha centrado en mantener políticas macroeconómicas sanas, profundizar la reforma estructural, fortalecer el sistema financiero, promover el libre comercio y ampliar los programas de desarrollo social.
Los objetivos son crecer en forma sostenida, generar empleos, abatir la pobreza extrema y elevar la calidad de vida de todos los mexicanos.

Y hay razones para ser optimistas.

El año pasado crecimos 4.8%, la tasa más alta de América Latina y una de las mayores del mundo.

Este crecimiento contribuyó a crear más de 800 mil nuevos empleos.

Gracias a ello, en enero de 1999 alcanzamos la menor tasa de desempleo de los últimos seis años.

Este año seguiremos creciendo, aunque a un ritmo menor, de aproximadamente 3%, en gran medida por la desaceleración de la economía internacional. [11]

Vamos bien para alcanzar esta meta. Las cifras de producción industrial hasta febrero indican que llevamos 38 meses consecutivos de crecimiento. [12]

No sólo en el gobierno somos optimistas. Los mercados financieros reflejan la confianza de los inversionistas privados en la economía mexicana.

Esto lo vemos en el crecimiento de la Bolsa de Valores, que ha alcanzado niveles récord; en la estabilidad del peso, que se ha recuperado significativamente con relación al dólar; y en la reducción de las tasas de interés.

Otra muestra de la confianza del sector privado de México y el mundo sobre las perspectivas económicas son las proyecciones de inversión para este año.

Se tiene programada inversión extranjera directa por más $10 mil millones de dólares para 1999, una cifra ligeramente mayor a la registrada el año pasado.[13]

Se trata de inversiones productivas de mediano y largo plazo que se traducen en empleos.

También esperamos que aumente la inversión privada nacional.

Tan sólo las empresas agrupadas en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios realizarán inversiones productivas por más de $7 mil millones de dólares. [14]

Hemos logrado mucho, pero aún hay retos por superar.

Por ejemplo, estamos trabajando para fortalecer el sistema financiero, para que los bancos vuelvan a otorgar créditos a las personas y las empresas.

También hay que fortalecer los ingresos del gobierno, para dedicar mayores recursos al desarrollo social y al abatimiento de la pobreza.

Durante los últimos diez años, el gasto que destina el gobierno a prioridades sociales como alimentación, salud y educación ha crecido más del doble, manteniéndose por encima del 50% del presupuesto público.


PERSPECTIVAS DEL SECTOR EXTERNO

Otra de las razones para ser optimistas son las perspectivas del sector externo.

Las exportaciones han sido uno factor clave para superar la crisis de 1995, y constituyen actualmente uno de los principales motores del crecimiento económico y la creación de empleos.

México es hoy en día la décima potencia exportadora a nivel internacional.

En tan sólo cinco años, entre 1993 y 1998, nuestro país ha duplicado sus ventas al exterior, alcanzando cerca de $120 mil millones de dólares el año pasado.[15]

El dinamismo del sector exportador responde a la mayor competitividad de la industria mexicana, a las políticas de apoyo a la exportación y a los acuerdos de libre comercio firmados con otros países.

El panorama internacional también ha mejorado durante 1999.

Se han recuperado los precios del petróleo y los inversionistas han comenzado a distinguir a México de otros países en desarrollo que enfrentaron graves problemas financieros el año pasado.

Además, Estados Unidos y Europa han mantenido el crecimiento y la solidez económica, lo que contribuirá a estabilizar la economía internacional.

En el caso de Estados Unidos, su economía representa una cuarta parte de la economía mundial, lleva ocho años seguidos de crecimiento, prácticamente no tiene inflación y está cerca de alcanzar el pleno empleo.

La solidez económica estadounidense, que constituye el principal mercado para nuestros productos, ha beneficiado y seguirá beneficiando a México a corto y mediano plazo.

Gracias al TLC, hay reglas claras para los intercambios con Estados Unidos y mayor certidumbre para invertir y realizar negocios.

El comercio bilateral ha crecido 135% durante los cinco años de vigencia del acuerdo. [16]

Tan sólo el año pasado, las exportaciones mexicanas a ese país alcanzaron $102 mil millones de dólares. [17]

El comercio entre México, Estados Unidos y Canadá ha crecido 75% a partir de la entrada en vigor del TLC.

De esta forma, México se ha convertido en el segundo socio comercial de Estados Unidos y de Canadá. [18]

La creciente integración de la economía norteamericana está siendo fundamental para impulsar el crecimiento, la generación de empleos y la inversión en México.

De hecho, a partir de la entrada en vigor del TLC en 1994, México ha captado $55 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, el triple de lo que había recibido anteriormente. [19]

Hacia el sur, también hemos fortalecido los vínculos económicos con los países de América Latina y El Caribe.

México ha promovido activamente el libre comercio con la región, a nivel bilateral y regional.

Hemos firmado tratados de libre comercio con Chile, Colombia, Venezuela, Bolivia, Costa Rica y Nicaragua.

Actualmente, mantenemos negociaciones similares con Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá, Ecuador y Perú.

Gracias a estos acuerdos ha crecido significativamente el volumen de los intercambios comerciales.

Por ejemplo, las exportaciones a Chile se triplicaron entre 1991 y 1998, alcanzando $625 millones de dólares. [20]

Con Europa, México negocia actualmente el capítulo comercial del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación.

Se han cumplido cuatro etapas de la negociación, que abarcan aspectos como el acceso a mercados, reglas de origen y solución de controversias.

Aunque persisten diferencias en temas como la desgravación arancelaria, confiamos en que alcanzaremos un acuerdo que beneficiará a ambas partes.

La apertura del mercado europeo a los productos mexicanos y la ampliación de los negocios y la inversión con esa región será un paso fundamental para fortalecer la posición de México en la economía internacional.

Europa es el caso más avanzado de integración económica, y representa un mercado de más de 370 millones de consumidores.

Además, la Unión Europea es la segunda economía del mundo, superada sólo por Estados Unidos.

De hecho, algunos analistas consideran que el principal polo de desarrollo económico del siglo XXI no será el Pacífico, como se pensaba hace unos años, sino el Atlántico.

Esta proyección se basa en que Estados Unidos y Europa están estrechamente vinculados en términos económicos y comerciales, y la ola de fusiones entre sus grandes empresas registrada en los últimos años está creando una nueva economía transatlántica.

Las fusiones alcanzaron el año pasado más de $250 mil millones de dólares. [21]

Por su parte, el sudeste asiático atravesó por una severa crisis financiera durante 1998, que provocó una caída del producto interno, devaluaciones, mayor desempleo e inflación.

La crisis puso fin a casi treinta años de crecimiento ininterrumpido de los llamados “tigres asiáticos”, y ha planteado dudas sobre la viabilidad de su modelo económico.

Japón también está atravesando por una severa recesión, y se espera que su economía no crezca o se contraiga – 1.5% este año. [22]

Sin embargo, los países del sudeste asiático han comenzado a tomar las decisiones necesarias para superar la crisis, y se espera que se recuperen a mediano plazo, al igual que sucedió con México tras la crisis de 1995.

Estos países, especialmente China y Japón, seguirán siendo potencias industriales y exportadoras.

Para establecer mejores condiciones en nuestros intercambios económicos y de cooperación con esa región, México participa en organismos como el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico, APEC.

Asimismo, estamos explorando la posibilidad de negociar con Japón un Tratado de Libre Comercio que regule y promueva nuestros intercambios.

Estas acciones muestran que México está explotando al máximo su situación geográfica privilegiada, que nos vincula con América del Norte, Latinoamérica, el Atlántico y el Pacífico.

Cuando alcancemos acuerdos comerciales con la Unión Europea y Japón seremos el único país del mundo que tenga vínculos institucionales de comercio e inversión con Norteamérica, América Latina, Europa y Asia.


CONCLUSIONES

Como pueden ver, hay razones para esperar que en 1999 y los próximos años alcancemos buenos resultados económicos.

Tenemos bases económicas más sólidas, hemos registrado importantes avances y estamos cada vez mejor integrados al mundo.

Pero, en última instancia, el éxito de nuestra economía depende de todos nosotros, porque todos tenemos mucho que ver con ella.

Somos nosotros, como electores, quienes definiremos el próximo año la política económica que seguirá nuestro país, a partir de las propuestas que presenten los partidos políticos.

Esta decisión implica una gran responsabilidad, sobre todo para profesionistas que hemos recibido educación superior: la de elegir la mejor opción para México con libertad, pero también con información.

Para que la democracia funcione no basta con tener elecciones limpias.

Se requiere que el mayor número posible de electores tenga la educación y los conocimientos básicos para asumir decisiones con verdadera responsabilidad civil.

Esto es fundamental en el caso de la economía.

Debemos ser conscientes de cuáles estrategias económicas hay que mantener porque nos han beneficiado a todos, y cuáles, en su caso, se deben corregir.

También nosotros somos, como profesionistas, un factor clave para el éxito de la economía.

Los resultados de cualquier política económica no dependen de la buena voluntad de un gobierno, ni siquiera de las estrategias que impulse.

Una política económica, la que sea, funciona en la medida en que se cumplan dos condiciones:

Primero, que los agentes económicos cuenten con los medios y recursos que necesiten para desarrollarse.

Y, segundo, que cada uno de ellos los aproveche cabalmente para explotar su potencial productivo.

La primera tarea es, en gran medida, responsabilidad del gobierno.
El gobierno debe mantener una política económica responsable, sólida e imaginativa.

Debe generar las condiciones necesarias para el desarrollo económico, como otorgar confianza y seguridad para la inversión privada, crear infraestructura productiva o promover la educación y la capacitación de la fuerza de trabajo.

La segunda tarea es responsabilidad de los “agentes económicos”, es decir, de cada persona o empresa que lleva a cabo una actividad productiva o comercial.

Esto se aplica a un profesionista, un empresario, un obrero o un campesino, hasta cada industria, cada sector productivo y cada región del país.

En la medida en que cada quien cumpla su responsabilidad, en que el gobierno mantenga condiciones favorables para la actividad privada y en que cada uno de nosotros seamos más eficientes y productivos, la economía funcionará en beneficio de todos.

Nuevo León es un estado que se distingue por la capacidad de trabajo, la creatividad y el espíritu emprendedor de su gente.

En una época que demanda estas cualidades para el éxito económico, tenemos mayores razones para ser optimistas sobre el futuro de Nuevo León y México.

Depende de nosotros, y de nadie más, hacer realidad la prosperidad que queremos alcanzar no sólo para 1999, sino para el siglo XXI.

Muchas gracias.
[1] The Economist, “A survey of innovation in industry”, 20 de febrero de 1999
[2] Time ,”Bill Gates’ new rules”, 19 de abril de 1999
[3] BusinessWeek, “Cracking this crazy economy”, 25 de enero de 1999
[4] La Jornada , “Iconomía”, 4 de abril de 1999
[5] The Economist, “Fifty Years On”, 16 de mayo de 1998
[6] Ibid.
[7] María Cristina Rosas González, Regionalismo vs. Globalización: ¿Es Posible un Multilateralismo por Bloques?, Relaciones Internacionales, No. 73, enero-abril de 1997
[8] Proceso, “La trampa de la globalización”, 20 de septiembre de 1998
[9] Time, “Numbers”, 19 de abril de 1999
[10] PNUD, “Sinópsis del Informe de Desarrollo Humano 1998”
[11] SHCP, “Palabras de Angel Gurría en la inauguración de la Sexagésima Segunda Convención Bancaria”, Acapulco, Guerrero, 9 de abril de 1999
[12] SHCP, Informe del Vocero, 12-16 de abril de 1999
[13] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1369, 16 de marzo de 1999
[14] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1363, 11 de marzo de 1999
[15] Bancomext, “Estadísticas”, 7 de abril de 1999
[16] Secofi, comunicado de prensa, 14 de febrero de 1999
[17] Bancomext, doc. cit.
[18] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1419, 9 de abril de 1999.

[19] Presidencia de la República, doc. cit.
[20] Bancomext, doc. cit.
[21] BusinessWeek, “The Atlantic Century”, 8 de febrero de 1999
[22] Banamex, doc. cit.

 

Legitimidad, comunicación y política exterior

LEGITIMIDAD, COMUNICACION Y
POLITICA EXTERIOR

Javier Treviño Cantú*


En la era de la información y ante una creciente cantidad de Estados y actores no gubernamentales, la legitimidad, eficiencia y credibilidad de las instituciones nacionales son determinantes. Al volverse difusa la distinción entre los ámbitos local, nacional e internacional, la política exterior adquiere cada vez mayor importancia como instrumento clave para fortalecer la soberanía, promover nuestros intereses y superar los retos transnacionales que caracterizan al dinámico entorno contemporáneo.


La globalización está modificando las condiciones para que los países cumplan sus funciones esenciales y alcancen sus objetivos. Por ello, en un mundo tan complejo, paradójico e incierto como el que prevalece al inicio del nuevo milenio, es indispensable comprender plenamente los cambios que están ocurriendo, prever hacia dónde se orientan y anticipar su impacto en nuestro país.

Ante un escenario en el que las únicas constantes parecen ser la profundidad y velocidad de los cambios en prácticamente todos los espacios del quehacer humano, debemos pensar en nuevas estrategias de política exterior para contar con la mayor cantidad posible de opciones.

En este contexto, la política exterior debe constituirse en una herramienta determinante para que México fortalezca su soberanía, impulse un desarrollo sustentable, promueva eficazmente sus intereses económicos y comerciales, apoye y proteja los derechos de los mexicanos que radican más allá de sus fronteras, enriquezca su cultura y manifestaciones artísticas y supere los desafíos que comparte con la comunidad de naciones.

Sólo la cooperación permitirá establecer un orden internacional verdaderamente nuevo, enfocado a abatir la pobreza extrema, fomentar el desarrollo equilibrado de la humanidad, combatir el crimen organizado, prevenir y solucionar conflictos armados, evitar genocidios, proteger el medio ambiente, frenar el nuevo intervencionismo e impedir acciones unilaterales por parte de las potencias dominantes.

Los procesos de integración global y regional que iniciaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que se han acelerado en la última década, están cambiando profundamente la naturaleza de los Estados. Mientras se reunifican comunidades que fueron separadas por la historia, como Alemania, y surgen entidades supranacionales como la Unión Europea, la fragmentación, por el proceso de descolonización y la desintegración pacífica o violenta de países como Checoslovaquia o Yugoslavia, ha resultado en un mundo que pasó de 74 Estados en 1946 a más de 190 en la actualidad.

A su vez, el concepto tradicional de soberanía evoluciona al volverse difusa la distinción entre los ámbitos local, interno y externo. La globalización, la interdependencia y los procesos de fragmentación recrudecen nacionalismos, aislacionismos y fundamentalismos de todo tipo. La naturaleza histórica del Estado-nación absolutamente soberano se transforma, al cambiar la capacidad para llevar a cabo sus tareas características, incluyendo el mantenimiento de la seguridad y el orden jurídico, el impulso de la prosperidad económica y la preservación de la cohesión social y la identidad cultural dentro de su territorio.

En parte, ello se debe al crecimiento exponencial de nuevos actores. Actualmente, tan sólo en el sistema de Naciones Unidas están registradas más de 20 mil organizaciones no gubernamentales, que participan en sus trabajos mediante diversas modalidades y con distintos estatus legales. Estas y muchas otras ONGs que se desempeñan en áreas que incluyen las finanzas, el comercio, la protección de los derechos humanos, el medio ambiente, la lucha a favor de la libertad de prensa o en contra de la corrupción, disponen cada vez de mayores medios y recursos para actuar al margen de mecanismos de control estatales e internacionales.

Así, corporaciones multinacionales, instituciones financieras privadas, comunidades virtuales, grupos que reivindican derechos humanos, ambientales, étnicos o religiosos y organizaciones criminales transnacionales ocupan espacios de poder o buscan ejercer facultades que hasta hace poco eran exclusivas de los Estados e instituciones multilaterales.

En la era de la globalización, los gobiernos deben determinar sus políticas económicas tomando en cuenta las percepciones y decisiones de miles de empresas, inversionistas y analistas con capacidad de movilizar diariamente capitales superiores a los $150 mil millones de dólares, en el ciberespacio, a través de 200 mil pantallas y terminales electrónicas. De igual forma, actores intra-nacionales, como los gobiernos provinciales, adquieren mayor influencia al establecer contactos directos con el exterior y tomar decisiones, por ejemplo, en materia de deuda, que afectan no sólo a sus propios países, sino a todo el mundo.

Por su parte, los terroristas, las mafias, las triadas y los cárteles expanden sus operaciones, amenazando la estabilidad y seguridad de los Estados, pero, sobre todo, la salud de millones de personas. Su capacidad para aprovechar la globalización es tal, que obtienen ganancias calculadas por diversos organismos en un billón y medio de dólares al año.

Por si lo anterior no fuera suficiente, la revolución en las tecnologías de la comunicación nos ha puesto frente al reto que presenta la llamada “era de la información”. Junto a los avances en los transportes, la televisión, los satélites, la digitalización e Internet han producido una auténtica explosión en las comunicaciones, generando una de las paradojas distintivas de nuestro tiempo: a más información, menos calidad de la misma y, sobre todo, mucho menos tiempo y capacidad de analizarla para distinguir lo serio, útil y relevante de lo que no lo es.

En particular, esta revolución informativa ha consolidado a los medios de comunicación globales como actores que influyen decisivamente en el sistema internacional. Ahora, los acontecimientos mundiales se viven en “tiempo real”, ya que los medios cuentan con la capacidad para transmitirlos desde y hacia cualquier lugar en el momento mismo en que ocurren. Eso les confiere un nuevo poder, al grado que algunos de ellos pretenden determinar lo que constituye una “noticia” y, con ello, dictar no sólo los términos de la agenda informativa, sino de la verdadera agenda mundial. Tal influencia puede, y debe, ser contrarrestada por los países mediante estándares y políticas de comunicación que promuevan la difusión, a través de los mismos medios, de información confiable, consistente, atractiva y oportuna.

A pesar de todas estas transformaciones, los Estados seguirán siendo la institución básica y el actor clave del sistema internacional, ya que son los únicos que tienen la legitimidad, la autoridad y los medios para ejercer el monopolio de la fuerza, equilibrar las distorsiones que generan los mercados, garantizar la seguridad de los ciudadanos y determinar el destino de sus impuestos.

La Unión Europea es prácticamente el único caso de una institución supranacional que asume algunas funciones soberanas de los Estados que la conforman, en áreas tan determinantes como la política monetaria. Sin embargo, no los ha sustituido, ni pretende hacerlo. Por el contrario, la UE evoluciona gracias a las decisiones soberanas de países que, desde hace casi cincuenta años, decidieron institucionalizar sus vínculos para que las guerras que caracterizaron la historia del continente durante siglos se volvieran la excepción y no la norma.

No obstante, es indudable que las condiciones para que los Estados cumplan sus funciones cambian constantemente. Más de facto que de jure, el orden bipolar de la Guerra Fría ha sido reemplazado por el régimen de la globalización y un “desorden mundial” que está reconfigurando el sistema internacional, al modificarse la naturaleza y distribución del poder al interior de los Estados, entre ellos y en las relaciones con una multiplicidad de actores no gubernamentales.

Así, el predominio militar de Estados Unidos propicia un nuevo intervencionismo, el cual intenta resolver conflictos internos en los países con base en el supuesto de que amenazan la seguridad de todo el planeta. El poderío económico, la riqueza y el conocimiento se concentran fundamentalmente en Estados Unidos, Europa y Japón, mientras que en la mayor parte del orbe se agravan la sobrepoblación, la inequidad social, la pobreza extrema, epidemias y el deterioro del medio ambiente. Simultáneamente, cada vez más actores distintos de los Estados rebasan fronteras y, en ocasiones, aprovechan espacios de poder imprecisos para anteponer sus agendas particulares.

De esta forma, iniciamos el siglo XXI inmersos en un proceso de cambio sin instituciones ni normas internacionales eficientes para superar viejos y nuevos desafíos. Ello nos exige contar con estrategias de política exterior flexibles e innovadoras, con capacidad de adaptarse al cambio continuo y orientadas fundamentalmente a fortalecer la soberanía nacional proyectando eficazmente la legitimidad del Estado mexicano. Los avances de nuestro sistema político deben ser la base para que se reconozca a México como una democracia capaz de conciliar y atender con eficiencia las diversas demandas de toda su población; como un país donde imperen el Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos.

La soberanía se fortalecerá al aprovechar la reforma estructural de nuestra economía, impulsar reformas adicionales que nos permitan ser más competitivos y concretar la diversificación de nuestras relaciones económicas y comerciales con América Latina, Europa y Asia. Así contaremos con reglas claras que nos den acceso a más mercados para nuestras exportaciones, a mecanismos confiables para solucionar en forma equitativa cualquier controversia comercial y atraer inversiones productivas. De esta forma, podremos fomentar una cooperación constructiva que complemente las acciones impulsadas para alcanzar un mayor desarrollo, sobre todo en los espacios clave que inciden directamente en el bienestar de la gente, como la educación, la salud, las nuevas tecnologías de la alimentación, la protección del medio ambiente y la prevención de desastres naturales.

La nueva dimensión de la soberanía hace indispensable reconocer la creciente influencia de los actores no gubernamentales. Es inaplazable la definición de lineamientos nacionales y multilaterales que permitan regular las relaciones con ellos y aclarar sus derechos y obligaciones conforme al Derecho Internacional. Así se podrán sumar sus capacidades a las de la comunidad de naciones para avanzar, juntos, en la protección de los derechos humanos y el medio ambiente, en el combate a la corrupción y el crimen organizado.

La soberanía se verá fortalecida al contribuir a la definición de reglas para normar la gran cantidad de asuntos pendientes que genera la globalización, como el comercio electrónico, mediante nuestra participación en organismos como la Cumbre Iberoamericana, el Grupo de Río, la OMC, OCDE y APEC. En particular, la soberanía y el prestigio de la política exterior de México se verán fortalecidos al contribuir a la renovación del Derecho Internacional y la reforma del sistema de Naciones Unidas y demás organismos multilaterales, para asegurar que el desarrollo sustentable de la humanidad se base en una cooperación que parta de reglas claras, justas y equitativas.

En el marco de la era de la información, donde la comunicación se ha convertido en una condición de fondo, y no únicamente de forma, para competir en el terreno de las ideas y las percepciones, la soberanía se fortalecerá proyectando eficazmente, a través de los medios de comunicación globales, los avances que alcancemos a nivel político, económico, social y cultural. Sólo difundiendo con veracidad y oportunidad cada uno de nuestros logros, el dinamismo de la sociedad mexicana y la riqueza de nuestra cultura se tendrá cada vez mayor credibilidad y una mejor imagen en el exterior.

Los mexicanos no podemos ser pasivos ante cambios de tal dimensión que incluso auguran el advenimiento de una era “post-humana”. A pesar de su gran turbulencia y velocidad, estos procesos no son inexorables o incontrolables. Depende de nosotros, de México y de la comunidad de naciones aprovecharlos en beneficio de las generaciones futuras.

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*Javier Treviño Cantú es Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda y se ha desempeñado como Subsecretario de Relaciones Exteriores.

 

Economía para la justicia social

PALABRAS DEL
LIC. JAVIER TREVIÑO CANTU
EN LA INSTALACION DE LA MESA DE TRABAJO
“LA ECONOMIA PARA LA JUSTICIA SOCIAL”,
EN EL MARCO DE LA INTEGRACION DE
“LA AGENDA DEL PRI EN EL MEXICO DEL SIGLO XXI”

México, D.F., 3 de junio de 1999


Lic. José Antonio González Fernández
Presidente del CEN del PRI

Senador Oscar López Velarde Vega
Presidente de la Fundación Colosio

Señoras y señores:

Cuando celebramos el aniversario de nuestro partido en marzo pasado, el Presidente Ernesto Zedillo señaló que ”el PRI sigue siendo mayoría porque la ciudadanía sabe que es (un) partido que propone... pensando siempre en lo que es mejor para el futuro de México”.

El Partido inicia hoy una nueva etapa de esta tarea y, en la mesa de trabajo sobre “La Economía para la Justicia Social”, asumiremos el compromiso de ser propositivos.
Vamos a trabajar para que la Agenda del PRI y la Plataforma Electoral del 2000 incluyan una propuesta económica para que todos vivamos mejor, especialmente los que menos tienen.

Así, ayudaremos al triunfo electoral de nuestro partido, ya que la economía es uno de los temas que más le importan a la gente, y con razón.

Durante los últimos meses, en el Consejo Político Nacional, gracias al apoyo de un gran número de priístas, hemos avanzado en la elaboración de una propuesta que funcione para México y para los mexicanos.

Hemos visto que, para que nos sirva a todos, lo primero que hay que hacer es asegurar que la economía crezca de manera sostenida.
Y sólo podrá hacerlo si contamos con un Estado más fuerte; no por su tamaño, el número de sus empresas o empleados, sino por su capacidad para cumplir con sus responsabilidades.

El Estado debe mantener la estabilidad macroeconómica, preservar finanzas públicas sanas y profundizar la reforma estructural para regular y supervisar mejor las actividades económicas.

Tiene que impulsar la productividad de la industria y el campo, reforzar y diversificar los vínculos económicos y de cooperación con el exterior, y ofrecer condiciones para que el sector privado invierta y genere los empleos que se requieren.


En México nadie le tiene miedo al trabajo. Al contrario, lo que queremos son más oportunidades de demostrar que tenemos la capacidad y el talento para progresar y salir adelante.

Un Estado más fuerte también podrá cumplir mejor con su compromiso fundamental: elevar las condiciones de vida de los mexicanos, particularmente de los más desfavorecidos.

Es indispensable captar recursos suficientes de manera equitativa, para canalizarlos transparentemente a proyectos y acciones que contribuyan a promover el desarrollo social y abatir la pobreza.



Para hacerlo, hay que llevar a cabo una profunda reforma fiscal y fomentar el ahorro interno, de manera que se cuente con los recursos necesarios para desarrollar más programas sociales, establecer una política de subsidios eficaz e impulsar un desarrollo regional equilibrado.

De este modo, el Estado podrá atender mejor los requerimientos y las necesidades de salud, alimentación, vivienda, seguridad pública y, sobre todo, educación.

La educación es la clave para el desarrollo del país. Sólo podremos alcanzar la prosperidad económica y la justicia social si contamos con una población mejor educada.


A grandes rasgos, estos son los temas que analizará la mesa de “Economía para la Justicia Social”, con el apoyo de distinguidos priístas en 25 grupos de trabajo.

Incluiremos todos los aspectos que hay que considerar para que la Plataforma Electoral del PRI en el 2000 ofrezca una propuesta económica sólida y viable.

Hoy iniciamos una nueva jornada que pondrá al PRI en la conducción del debate político nacional. El enfoque que nos ha presentado el Presidente de la Fundación Colosio tiene la virtud de ser integral y estratégico. No podríamos adoptar una plataforma política en donde la macroeconomía y las finanzas se analizaran por separado de los aspectos sociales y humanos.

Una visión integral y estratégica es un imperativo. Se requiere flexibilidad, definición de prioridades, marcar las etapas y el ritmo de su cumplimiento con base en la capacidad humana y financiera. Debemos establecer una secuencia adecuada de las acciones que nos permita diseñar mejores políticas públicas.

Señoras y señores:

En marzo de 1994 Luis Donaldo Colosio afirmó que ”la legitimidad debemos ganarla día a día, con nuestras propuestas, con nuestras acciones, con nuestros argumentos, con todo el Partido, todo el tiempo y en todos los lugares de la República”.


Hoy estamos demostrando que somos el Partido que escucha a sus militantes. Somos el Partido de las ideas. Estamos mucho más adelante de quienes, con arrogancia, pretenden resolver todos los problemas del país en 15 minutos; y de quienes tratan de ocultar su ignorancia e ineficacia declarando siempre, ante cualquier cuestionamiento, que “lo van a estudiar”.

Compañeras y compañeros:

El PRI asume hoy el compromiso de proponer una política económica que responda a las necesidades de nuestro país y a las expectativas de su gente; una política económica para un México en el que todos vivamos mejor.


Recordando las palabras del Presidente Zedillo, en marzo pasado, “el PRI debe ser profundamente progresista en un sentido moderno. Para cumplir el compromiso social, que es el más importante de este partido progresista, se requiere una economía fuerte, abierta, competitiva; una economía en crecimiento dinámico y duradero que proporcione los recursos necesarios para subsanar rezagos y superar carencias”.

“Por eso, nos decía el Presidente de la República, ser progresista en un sentido moderno significa también que, en el ámbito económico, el PRI sea el partido que más cabalmente asume las condiciones del mundo contemporáneo, para aprovechar las ventajas de la globalización y minimizar sus riesgos, al tiempo que propone y defiende políticas responsables”.

De este modo, al igual que en los últimos setenta años, el PRI confirma hoy su compromiso de seguir siendo la mejor opción política para los mexicanos de cara al año 2000.

Muchas gracias.

 

Estrategias de comunicación

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL SUBSECRETARIO DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL DEL GOBIERNO DE MEXICO, SR. JAVIER TREVIÑO CANTU, CON MOTIVO DE LA APERTURA DEL SEMINARIO - TALLER DE TRABAJO: "INTEGRACIÓN REGIONAL, ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN Y DESAFIOS DE FORMACION: PERSPECTIVAS PARA LA INFORMACIÓN PUBLICA", ORGANIZADO POR EL CENTRO DE FORMACION PARA LA INTEGRACION REGIONAL (CEFIR), EN CIUDAD DE MEXICO, EL 30 DE JUNIO DE 1997.

1. INTRODUCCION: GLOBALIZACION INFORMATIVA

Es un honor participar en este taller organizado por el Centro de Formación para la Integración Regional, el Centro Europeo de Periodismo y el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, y compartir este foro con las destacadas personalidades que hoy nos acompañan.

En un mundo crecientemente global e independiente, en donde los flujos de información no conocen barreras, las estrategias de comunicación a nivel nacional e internacional son parte integral del proceso de toma de decisiones del sector público y resultan fundamentales para el éxito de las políticas y acciones de gobierno.

Este principio se aplica también a la formulación de políticas de los organismos regionales que, como el CEFIR, están promoviendo una mayor y mejor comunicación entre los diferentes actores del sector público y privado de los países de América Latina, contribuyendo así a impulsar los procesos de integración regional.

Como ustedes saben, vivimos en una época de grandes transformaciones y avances en todos los campos, y también de grandes paradojas. El término de la Guerra Fría puso fin a los conflictos ideológicos que dominaron el escenario internacional durante décadas, dando paso a nuevos consensos en torno a valores como la democracia o los derechos humanos, a la vez que se registran importantes avances en las áreas de la ciencia y el conocimiento.

Sin embargo, el mundo de hoy también nos presenta desafíos enormes, como una creciente disparidad en los niveles de desarrollo entre las naciones, del deterioro del medio ambiente y el narcotráfico, entre muchos otros. Paralelamente, somos testigos de nuevos fenómenos internacionales que han generado una sensación de incertidumbre en el escenario mundial, como el choque entre las fuerzas que, fomentan la globalización y las que promueven el "tribalismo", dos fuerzas que, en palabras de Benjamin R. Barber, actúan con la misma intensidad pero en direcciones opuestas, generando un conflicto que llama irónicamente "Jihad Vs. McWorld", o localismo contra globalización (1).

Frente a este panorama, podemos decir que vivimos en una era extraordinaria, pero también de incertidumbre; en un mundo cada vez más global e interdependiente, pero también cada vez con más fronteras y con grandes resistencias a la integración; en suma, en un mundo extremadamente complejo que nos presentan nuevos retos y oportunidades a todas las naciones.

A pesar de las fuerzas que actúan en su contra, la globalización ha avanzado inexorablemente desde hace varias décadas y, como señaló Víctor Urquidi en el primer número de la nueva época de Le Monde Diplomatique, hemos llegado a un punto en el que "convivir con lo global afecta a todos los quehaceres nacionales, en la vida política lo mismo que en la económica y social" (2).

Aunque la idea de globalización ha sido asociada principalmente con las finanzas y el comercio, dos de los campos en donde sus implicaciones han sido más trascendentales son los de la información y la comunicación, dando a lo que ha sido llamado la "era de información".

Los acelerados avances en las tecnologías de la comunicación, dando paso a la que ha sido llamada la "era de la información".

Los acelerados avances en las tecnologías de la comunicación; la difusión a nivel internacional de revistas y periódicos, como el propio caso de Le Monde Diplomátique; las transmisiones globales de televisión y radio, como CNN; y el surgimiento de nuevos medios como Internet, nos permiten en la actualidad enterarnos de lo que pasa en cualquier parte del mundo. Al mismo tiempo, han surgido nuevos mecanismos de comunicación del planeta, sin más limitaciones que disponer de unos medios cada vez más accesibles.

De esta forma, los mayores canales de información y de comunicación a nivel global están derrumbando barreras y anacronismos como la censura, al tiempo que han facilitado la difusión del conocimiento y el desarrollo de nuevos avances de la ciencia y la tecnología. Así, la información y el conocimiento de todas las actividades humanas.

Sin embargo, en estos procesos se dan algunas de las paradojas a las que me refería inicialmente: a pesar de que contamos en la actualidad con mayor volumen de información y con más mecanismos para procesarla, eso no quiere decir necesariamente que estemos mejor informados.

La creciente y desigual "mezcla" entre información y entretenimiento en los medios de comunicación, que responde principalmente a sus imperativos comerciales, ha hecho que la información que nos presentan resulte en ocasiones superficial o distorsionada, y cualquiera que haya "navegado" por Internet sabe lo difícil que resulta encontrar información de fuentes confiables y realmente útil. Además, aún falta mucho por hacer para que instrumentos como las computadoras o la telefonía celular sean accesibles a mayores segmentos de la población.

Más allá de lo que puedan decirnos los especialistas sobre la "era de la información", sus efectos los vivimos diariamente. Quienes estudiamos en la Universidad hace tan sólo unos años recordamos que los trabajos los hacíamos a máquina y recopilando la información exclusivamente a bibliotecas. Ahora, las universidades de países como los nuestros están comenzando a contar con sistemas computarizados y, junto a las bibliotecas, con acceso a medios como Internet y a bases de datos como Lexis Nexis, que ofrecen posibilidades casi ilimitadas de información.

2. ESTRATEGIAS DE COMUNICACION DEL SECTOR PUBLICO Y LOS ORGANISMOS REGIONALES

Estos desarrollos tienen importantes efectos sobre los mecanismos tradicionales de comunicación entre los gobiernos, las sociedades y los actores internacionales públicos y privados.

Como señalaba anteriormente, en esta "era de la información" las estrategias de comunicación del sector público y de las entidades que promueven los procesos de integración, como los organismos regionales, han dejado o deben dejar de ser un elemento secundario o adicional de sus procesos de formulación de políticas y toma de decisiones: en la actualidad la comunicación eficaz de las políticas y acciones gubernamentales constituye una condición básica para el éxito de las mismas.

Ante los grandes volúmenes de información disponibles a través de los medios tradicionales y alternativos, no basta con que el sector público realice mejor su trabajo; es necesario que lo comunique mejor, que sepa "vender" las políticas públicas a la sociedad para generar apoyos entre el sector privado, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales y los partidos políticos, entre otros actores.

En el contexto de la globalización y de los crecientes procesos de integración regional, las estrategias de comunicación deben dirigirse también a los actores internacionales que han adquirido mayor relevancia en muchos ámbitos internos, como es el caso de los medios informativos, los inversionistas extranjeros, las organizaciones no gubernamentales y los diversos interlocutores públicos y privados de otros países con los que compartimos intereses comunes.

Para realizar eficazmente estas tareas, las actividades en materia de comunicación deben contemplar acciones propositivas, es decir, las actividades permanentes, y las reactivas, los mecanismos para dar respuestas oportunas a las opiniones críticas o negativas que se presenten hacia las acciones gubernamentales. Estas respuestas deben sustentarse en información confiable que permita al público contrastar la información que difunden otros medios con la del gobierno, y sacar sus propias conclusiones.

De esta forma, las políticas de comunicación pública parten de estrategias destinadas a comunicar información confiable al público nacional y extranjero en forma consistente, tomando en cuenta los aspectos medulares de una política o un programa de gobierno, el público al que va dirigida esta información y los medios para transmitirla.

Para ser más eficaces, las estrategias de comunicación pueden apoyarse en análisis que permitan detectar las opiniones y expectativas de los diferentes auditorios nacionales y extranjeros con respecto a las políticas públicas o el gobierno, mediante mecanismos como encuestas, grupos de enfoque o monitoreo de los medios de comunicación.

Este análisis sirve de base para definir los aspectos de la información que debemos reforzar, los mensajes centrales a transmitir, y los medios para hacerlos llegar con mayor eficacia a cada uno de los segmentos del público.

Para ello, se necesita flexibilidad en el manejo de la información según el tipo de auditorio al que va dirigida y en la selección de los medios. Por ejemplo, la información sobre la aprobación de alguna ley se puede mandar por correo electrónico a los académicos que pueden hacer un estudio de fondo sobre la misma, pero esta información no le sirve a un legislador o un funcionario al que sólo le interesan los aspectos medulares de la ley y que no tiene tiempo para leer más de una cuartilla al respecto.

Por razones evidentes, los medios de comunicación tradicionales, la prensa escrita, la TV y la radio, son fundamentales para el éxito de cualquier estrategia de comunicación pública, reconociendo que presentan ventajas y desventajas. Por una parte, llegan a los sectores más amplios de la población y constituyen el instrumento por excelencia para establecer un diálogo entre el gobierno y la sociedad, particularmente porque permiten recoger las reacciones de la opinión pública y promover el debate en torno a las políticas gubernamentales.

Por la otra, como señalaba anteriormente, los medios de comunicación tradicionales mezclan cada vez más la información con el entretenimiento y tienen su propia racionalidad e intereses; recordemos simplemente que "good news is no news", y que la información del gobierno no siempre despierta el interés del público que atiende estos medios más para entretenerse que para informarse.

En este sentido, el trabajo con los medios de comunicación se basa fundamentalmente en proveerlos consistentemente de información confiable, que puedan transmitir a su vez y que despierte el interés del público que los atiende.

Junto al trabajo con los medios tradicionales, las estrategias de comunicación deben contemplar en la actualidad otros medios que permiten a los gobiernos y organismos hacer llegar sus mensajes directamente al público sin pasar por el "filtro" de la prensa, como materiales informativos y los nuevos canales de comunicación, desde Internet y las conferencias vía satélite hasta los números telefónicos 800 o los CD ROMs.

En la era de la información, los gobiernos y organismos regionales debemos ser agresivos para comunicar lo que estamos haciendo, ya que si no definimos frente a nuestra sociedad y los interlocutores externos los mensajes y la imagen que queremos proyectar serán otros actores los que lo hagan, como los grupos de interés o los propios medios.

Por ello, el objetivo de las políticas de comunicación es difundir consistentemente hechos, información veraz sobre las actividades del sector público o sobre las acciones que realizan los organismos regionales, en forma concisa y clara, que le sirva y le interese a la gente y que contribuya a generar los apoyos que se requieren para el éxito de las políticas y acciones que llevan a cabo.

En este sentido, la relación con los medios de comunicación debe basar en tres premisas fundamentales: el acceso, el equilibrio y la responsabilidad. Acceso, para que los medios cuenten con información confiable y oportuna por parte de las instancias gubernamentales; equilibrio para que también se den a conocer los aspectos positivos y logros de los esfuerzos a nivel gobierno u organismo internacional; y responsabilidad de todas las partes en el manejo de la información.

3. ESTRATEGIAS DE COMUNICACION E INTEGRACION REGIONAL

Las experiencias que México y el resto de los países latinoamericanos hemos acumulado en materia de comunicación internacional deben servirnos para avanzar en la integración regional a través de una mayor y mejor comunicación entre nuestros gobiernos, nuestras instituciones y sociedades. En este contexto, los organismos multilaterales y regionales juegan un papel clave para contribuir a ampliar y fortalecer la comunicación entre los actores públicos y privados de todas las naciones del continente.

Uno de los grandes retos que enfrentamos en materia de información, particularmente en el contexto de los esfuerzos que estamos realizando para impulsar la integración de América Latina, es diseñar estrategias de comunicación que nos permitan sincronizar nuestros esfuerzos y los mensajes que queremos hacer llegar a los principales actores que están participando en el proceso de integración para generar mayores consensos.

En el caso de los países latinoamericanos, paralelamente a las acciones de comunicación que podemos desarrollar, la identidad cultural que compartimos constituye una de las mejores oportunidades para acercarnos, conocernos mejor y avanzar en el proceso de integración. Tomemos en cuenta simplemente la ventaja que nos ofrece hablar el mismo idioma en la gran mayoría de los países de la región, mientras que en la Europa de los quince se hablan más de diez lenguas, además de múltiples afinidades que compartimos en cuanto a tradiciones y costumbres.

Así, la coordinación de estrategias de comunicación entre los países latinoamericanos que contemple metas, acciones y medios claramente definidos, y la promoción de los intercambios culturales entre nuestras sociedades constituyen dos condiciones fundamentales para avanzar hacia el objetivo que todos compartimos: una integración que impulse el desarrollo sustentable y el bienestar de América Latina y que fortalezca el lugar que ocupamos en el mundo.

4. CONCLUSIONES

En la era de la información y la comunicación, la política exterior de los Estados es fundamental para que las percepciones a nivel internacional que se generen sobre el país, los logros a nivel gobierno y los avances de la sociedad sean las correctas. Una buena política no puede ser eficaz con una mala estrategia para comunicarla, como tampoco puede funcionar una buena estrategia de comunicación con una mala política. Por ello, las estrategias de comunicación del sector público y de los organismos regionales constituyen en la actualidad un elemento integral del proceso de formulación de políticas y una condición básica para el éxito de las mismas.

En este sentido, los países latinoamericanos compartimos grandes oportunidades para avanzar en la integración regional mediante estrategias de comunicación coordinadas, que nos permitan definir claramente ante nosotros mismos y frente a nuestros interlocutores nacionales e internacionales qué es lo que queremos alcanzar y cuáles son los medios para conseguirlo. Para ello, contamos con la fortaleza y unidad que nos otorga la rica cultura que compartimos.

Para concluir, sólo quiero agregar que el papel que están jugando mecanismos como el CEFIR, a través de la promoción de eventos como éste en los que podemos compartir nuestras experiencias y generar nuevas ideas y consensos, es fundamental para avanzar en una integración que sirva a los genuinos intereses de todos los países de América Latina y que nos permita afrontar en mejores condiciones los desafíos que compartimos en el umbral del nuevo milenio.

NOTAS

(1) Benjamin R. Barber, Jihad Vs. McWorld, The Atlantic Monthly, marzo de 1992.

(2) Victor L. Urquidi, México ante la globalización, Le Monde Diplomatique, junio de 1997.



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© copyright CEFIR, 1997
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