Sunday, May 29, 2005
México ante una encrucijada
JAVIER TREVIÑO CANTU,
DURANTE EL III FORO DE POLITICA “MEXICO ANTE UNA ENCRUCIJADA”, ORGANIZADO POR EL ITESM
Monterrey. N.L., 26 de octubre de 1998
Antes que nada, quiero decirles que verdaderamente da gusto ver que los jóvenes de Nuevo León están conscientes de que tienen una gran responsabilidad, como lo dicen claramente en la invitación que me mandaron. Cito:
“Ante la serie de retos económicos, políticos y sociales que enfrenta nuestro país, nosotros los jóvenes, conscientes de nuestra responsabilidad social, nos sentimos comprometidos a participar de una manera más activa en la solución de dichos retos a fin de contribuir al fomento de una cultura de mayor participación política entre nuestra comunidad”.
Si realmente creen esto, si en verdad tienen el compromiso de asumir la responsabilidad que les corresponde a jóvenes que reciben una educación de excelencia, los felicito; pero también les advierto: hay mucho, muchísimo qué hacer.
En el gobierno, en el sector privado, en la academia, en el periodismo o en cualquier otra área donde decidan aplicar su talento y sus conocimientos se abren posibilidades de hacer algo importante por ustedes mismos, por sus familias, por sus comunidades y por México.
Cuando recibí la encomienda del Presidente para participar en este Foro me puse a pensar sobre qué debía platicarles. Por lo general, cuando ustedes organizan este tipo de eventos, escuchan a las personalidades que vienen a hablar en este Foro y les hacen unas cuantas preguntas. Cuando yo era estudiante, no hace mucho tiempo, me sentía a veces decepcionado de que los conferencistas hablaran para que sólo los escucharan los medios de comunicación, pero no venían a decirme nada a mí.
Ustedes van a escuchar en estos dos días muchos puntos de vista; algunos contradictorios. Críticas y defensas de la política y la economía del país. Se van a divertir cuando alguien venga a ironizar. Van a pensar muchas cosas cuando se hable bien o mal del gobierno. Pero los ponentes se van y ustedes se quedan. ¿Con qué se quedan ustedes? Con sus sueños, con sus ideales, con su optimismo, o confundidos tal vez.
¿Qué hay para ti en todo esto? Nunca lo olvides: México te pertenece y tú puedes cambiar las cosas.
Yo quiero hablarles a ustedes, como joven funcionario público, que también tuve las inquietudes que ustedes tienen ahora. Una conferencia como ésta se vuelve un diálogo mientras yo pueda advertir en los rostros de cada uno de ustedes la preocupación y el interés genuino. ¿Qué va a ser de su futuro?
Hay quienes dicen que los jóvenes de hoy son egoístas y no altruistas. Dicen que piensan de la misma forma cuando escogen una camisa en una tienda que cuando van a votar por un presidente municipal. Sus preferencias personales no son influidas por la política o las normas sociales. El interés público lo entienden como la suma de las preferencias individuales. Creen que la sociedad mejora cuando las preferencias de algunos individuos pueden ser satisfechas sin perjudicar al resto de la sociedad. Cuando estudian Economía, creen que el mercado es suficiente para mejorar el bienestar de la sociedad. Consideran que las políticas públicas sólo son apropiadas cuando pueden realizar esas mejoras de manera más eficiente que el mercado.
Este sería el mundo de los técnicos que consideran que para tomar decisiones en el sector público se deben sopesar las preferencias individuales, considerar las alternativas y maximizar los beneficios netos. Se trata, dicen los expertos, de medir lo que la gente quiere y analizar la manera más eficiente de satisfacer esos requerimientos.
Esto se parece a una clase de microeconomía aplicada.
Pero qué pasa con el papel que juegan las ideas de lo que es bueno para la sociedad y la importancia de debatir sobre el mérito de esas ideas. La deliberación democrática nos ayuda a refinar y perfeccionar las visiones que la sociedad tiene sobre lo que espera del gobierno y de las políticas gubernamentales. La responsabilidad de quienes ocupamos cargos en el gobierno y cargos de elección popular no es simplemente la de descubrir, de la manera más objetiva o científica, lo que quiere la gente y luego diseñar e instrumentar la manera para satisfacer esas necesidades. Nuestra responsabilidad es presentar visiones alternativas de lo que es deseable y lo que es posible, estimular la deliberación, provocar el examen de las premisas y los valores, ampliar la gama de respuestas potenciales y lograr que la sociedad se entienda mejor a sí misma.
En esta época ustedes pueden saber lo que la gente quiere a través de los estudios de opinión. El verdadero reto es llevar a los ciudadanos a repensar la manera en que ciertos problemas están definidos y las soluciones alternativas y el reparto de las responsabilidades.
Vivimos en la era de la responsabilidad. Los retos que enfrentamos y las oportunidades que tenemos son impresionantes.
Los avances científicos y tecnológicos que están cambiando la vida de muchas personas en el mundo se dan a la vez que numerosas regiones siguen padeciendo una pobreza que lastima y que exige acciones decididas para mitigarla.
El desarrollo de la biotecnología y la genética, con su capacidad para clonar a Dolly y que pronto nos permitirá conocer realmente qué somos con el mapeo del genoma humano nos asombra.
También nos sorprende que en menos de diez años se hayan incorporado a nuestra vida diaria la televisión vía satélite, los faxes, los CDs y ahora los DVDs, las computadoras, Internet y el correo electrónico, además de conceptos como el “cyberespacio” o la “realidad virtual”.
Pero también desconcierta que no logremos vencer a viejos y nuevos enemigos, como el deterioro del medio ambiente o la drogadicción.
Esto es cierto, pero también lo es que ahora estamos cobrando cada vez más conciencia de lo que ocurre y de que hay muchas cosas que no están saliendo como esperábamos y que debemos mejorar en bien de todos.
El mundo no acaba de entender plenamente a dónde nos lleva esta época de globalización financiera; quién dicta las reglas, quién mueve miles de millones de dólares por todo el mundo con sólo apretar un botón y tan sólo con base en “percepciones de riesgo”.
Tampoco se sabe a ciencia cierta cómo revertir el crecimiento de la brecha que separa a ricos y pobres, ya no sólo en cada país, sino a nivel global, sin afectar la apertura económica y los principios de libre mercado.
Para que se den una idea de estas desigualdades, las 225 personas más ricas del mundo acumulan hoy una riqueza superior a un billón de dólares, es decir, un millón de millones de dólares, que equivalen al ingreso anual de los 2,500 millones de personas más pobres del planeta.
Según algunas estimaciones, la diferencia en los niveles de ingreso entre los países industrializados y los países en desarrollo creció de 9 a 1 a finales del siglo pasado a 60 a 1 en la actualidad.
Encontrar fórmulas realmente eficaces para resolver estos retos no es nada fácil, pero sí se puede. La prueba nos la está dando gente como el profesor Amartya Sen, a quien le acaban de otorgar el Premio Nobel de Economía y quien es considerado por sus compañeros como la “conciencia de su profesión”.
El año pasado el premio fue para Myron Schloles y Robert Merton por su trabajo respecto a la forma de asignarle valor al riesgo.
Sin faltarle el respeto a estos señores, algo deben haber hecho mal, porque su compañía, dedicada al manejo de fondos y cuyo nombre, curiosamente, es “Manejo de Capital a Largo Plazo” (Long-Term Capital Management), tuvo que ser rescatada por el gobierno de Estados Unidos para que no quebrara.
Y tuvo que ser rescatada porque habría arrastrado con ella, primero, a otros fondos; luego, a los grandes bancos de inversión y a prácticamente todo el sistema bancario de Estados Unidos; después, habría tenido un efecto devastador para el sistema financiero internacional en su conjunto; y, finalmente, su impacto se habría sentido en las economías de todos los países del mundo, desde México hasta España o Singapur. Bienvenidos a la nueva economía global.
Esta vez, el premio máximo al que puede aspirar cualquier gente dedicada al avance de la humanidad fue para un indio dedicado a entender el ciclo perverso de la pobreza, a diseñar índices que permitan tener conciencia, no sólo conocimiento, de las razones por las que muchos países aún enfrentamos un reto ancestral como la pobreza extrema, y a buscar opciones para superarlo.
En síntesis, el Premio Nobel fue entregado a alguien que, en vez de estudiar cómo ganar dinero a manos llenas especulando en los nuevos mercados globales, plantea que la economía debe estar orientada al servicio del hombre, y no al revés.
Este reconocimiento al profesor Sen debe generar en todos nosotros, especialmente entre ustedes que estudian en instituciones de excelencia como ésta, una mayor conciencia de los retos que enfrentamos y de las oportunidades que tenemos.
Pero especialmente, debe servirnos para asumir la responsabilidad que nos toca a cada uno para que México sea el país que todos queremos:
Un país plenamente democrático, donde el que gane cualquier elección lo haga porque tiene la mejor propuesta para la gente.
Un país con un crecimiento económico sostenido, que le ofrezca empleo a todos sus hombres y mujeres que quieren trabajar aquí, en su país y por su país.
En donde se aplique la ley con eficacia y sin distinciones.
Un país con mejor calidad de vida, en donde todos tengamos acceso a servicios médicos que nos permitan vivir más años en mejores condiciones, y en donde los niños y jóvenes reciban una educación de calidad.
Por eso me da tanto gusto estar hoy con ustedes, en un foro con participantes de primer nivel. Verdaderamente los felicito por su capacidad de convocatoria.
Sin embargo, con todo respeto quiero decirles que no estoy de acuerdo con el “marco conceptual” de su evento. Yo no creo que México esté en una encrucijada.
Una encrucijada es “un lugar de donde parten varios caminos en distintas direcciones”, y el mundo y México van en un camino claro: hacia la globalización ya no sólo de los sistemas financieros, sino de los patrones culturales e inclusive de valores como la democracia o los derechos humanos.
El sentido de las principales tendencias que hoy son una realidad cotidiana se manifestó claramente por lo menos desde principios de la década pasada.
La victoria de la democracia sobre sistemas de gobierno totalitarios y autoritarios; el crecimiento casi exponencial del comercio internacional; los procesos de regionalización para aprovechar al máximo los recursos y procesos productivos, a través de mecanismos como la Unión Europea, el Mercosur o el TLC; y el respeto a los derechos humanos ya estaban desarrollándose mucho antes de que cayera el Muro de Berlín.
En México se tuvo y se tiene conciencia de estas tendencias, y por eso desde los ochenta se fueron promoviendo cambios estructurales a nivel político y económico para integrarnos eficazmente a estos procesos y a los principales polos mundiales del desarrollo económico, científico y técnico.
Entramos al GATT y ahora somos miembros de la Organización Mundial de Comercio, donde se están decidiendo las reglas del juego, ya no sólo para el intercambio de recursos naturales, bienes y manufacturas, sino para los servicios.
Impulsamos el Grupo de Río para aprovechar la herencia común que nos une con América Latina y desarrollar proyectos de cooperación que nos permitan avanzar juntos hacia un futuro mejor para nuestros hijos.
Propusimos, negociamos y alcanzamos el TLC con Estados y Canadá, que ha tenido muy buenos resultados en su corta vida y que, sobre todo, nos dio reglas claras para tratar con la primera economía del mundo.
Entramos al Mecanismo de Cooperación Económica del Pacífico, APEC, que nos da acceso a toda la dinámica de Asia, que si bien en estos momentos atraviesa por problemas, es y seguirá siendo un espacio fundamental para el desarrollo en el próximo siglo, en todos sentidos.
Promovimos la Cumbre Iberoamericana como un puente de entendimiento entre América Latina y la península ibérica. Tan sólo como ejemplo de su eficacia, en la reunión que acaba de terminar en Oporto se logró, ni más ni menos, que Perú y Ecuador alcanzaran un acuerdo para acabar con sus diferencias limítrofes.
Con la Unión Europea firmamos en diciembre pasado el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación.
Ahora, con el apoyo de España y Portugal y del resto de nuestros socios europeos, el mes próximo comenzaremos a negociar el apartado económico del Acuerdo, que nos permitirá tener un acceso mucho mayor a uno de los mercados más importantes, y del cual esperamos que fluyan mucha más inversión y oportunidades de negocios hacia nuestro país.
Así que el rumbo es claro:
Debemos consolidar la democracia, para que nuestros líderes políticos compitan en igualdad de condiciones al ofrecernos proyectos viables que nos beneficien a todos, y para que decidamos cuáles son las mejores opciones para México.
La elección del año 2000 pondrá a prueba no sólo a las instituciones electorales y a los partidos políticos, sino el verdadero nivel de la democracia mexicana.
Estas serán las elecciones más competidas en la historia del México moderno y marcarán nuestra entrada política al Siglo XXI. Dependerá de todos nosotros que la elección trascienda los escándalos, los ataques y los golpes bajos, y que se centre en un debate de fondo sobre los temas que nos interesan a todos.
Si hay algún ámbito en el que ustedes pueden jugar un papel clave es precisamente éste. Con la seriedad y consistencia con que realizan eventos como el de hoy, y con la capacidad de convocatoria que tienen, el TEC será un foro obligado para los candidatos a la Presidencia en el año 2000.
Consoliden este espacio como un foro de alto nivel. Hagan que la opinión pública de todo México sepa que cuando los candidatos vengan aquí van a sufrir con las preguntas de jóvenes inteligentes que no se dejan llevar por lo superficial, que quieren saber realmente cuáles son sus propuestas, cómo piensan llevarlas a cabo y por qué son mejores que las de los otros candidatos. Demuestren que México vive una democracia que funciona cada vez mejor.
El rumbo también es claro en otros sentidos:
Tenemos que construir consensos para impulsar políticas económicas de largo plazo que contribuyan a alcanzar un crecimiento sostenido y generar los empleos que demandan ustedes, los jóvenes.
Todos debemos ser más eficientes para contar con los recursos que permitan apoyar a los mexicanos que menos tienen.
Tenemos que ganar la lucha contra la corrupción, la impunidad y el crimen para hacer valer la justicia y el derecho.
Debemos preservar, enriquecer y difundir aún más nuestra extraordinaria cultura, para mantener la identidad que nos distingue como un país diverso, pero con una personalidad propia, que es uno de nuestros mayores orgullos.
Tenemos que hacer todo esto aquí, en México, para poder aprovechar los avances y oportunidades que se nos presentan en todos los espacios del mundo que ya ocupamos.
Para ello, su contribución, jóvenes, es fundamental. Nadie tiene mayores oportunidades que ustedes para sacarle provecho a una época que demanda creatividad, imaginación, capacidad para adaptarse a los cambios y para innovar.
De que se puede, se puede. La prueba la pueden encontrar en la revista BusinessWeek de la semana pasada, en un artículo sobre los nuevos líderes empresariales de América Latina, entre los cuales hay varios mexicanos, la mayor parte de ellos empresarios de aquí, de Monterrey, que están compitiendo con éxito en la economía mundial.
Ustedes siguen. Han crecido con ésta época y en algunos aspectos la conocen mucho mejor que los adultos. Así que tienen la educación, el talento y los medios para asumir la responsabilidad de tomar las decisiones para que todos vivamos mejor.
Para muchos de ustedes, lo más importante ahora es terminar sus estudios, ver la forma de hacer negocios o de ser los mejores en cualquier campo, ganar dinero y hacerse ricos.
Eso no está mal; de hecho está muy bien: la ambición nos impulsa a todos a superarnos, y ojalá que a ustedes les ayude a ser los mejores de su profesión y a crear empresas más eficientes y productivas, con capacidad para generar los empleos bien remunerados que necesitamos y para competir internacionalmente.
Pero México necesita líderes en todos los sectores que, además de ambiciones personales, tengan un verdadero compromiso con su país, y que en vez de quejarse de las dificultades se organicen y se esfuercen por resolverlas. Recuerden: cada quien tiene una responsabilidad que asumir.
Ustedes tienen la responsabilidad de proponer cómo vamos a consolidar una mejor democracia y cómo podremos vivir en un país más próspero, justo y seguro, que tenga la capacidad de sacar el mayor provecho posible de sus relaciones con el mundo y de afrontar mejor sus retos.
Por eso México necesita de su conciencia y capacidad. Sé que su compromiso es auténtico.
El mundo de hoy es muy diferente al de nuestros padres y abuelos. Podemos acabar con la pobreza, es cierto. Pero, si no tenemos cuidado, también podemos acabar con la humanidad.
Somos una nueva generación que estamos recibiendo la estafeta para continuar la carrera. Nacimos en la segunda mitad del siglo. Somos una generación que hemos vivido las crisis, nos hemos disciplinado ante la escasez, estamos orgullosos de nuestra historia, vemos al futuro con optimismo.
Cuando estamos unidos no hay nada que nos pueda detener, ni nada que pueda ser imposible. Cuando estamos divididos hay muy poco que podemos hacer. Por eso debemos vivir juntos la revolución de la esperanza.
En la historia de México, ninguna otra generación ha tenido la responsabilidad que nuestra generación tiene hoy. México te pertenece y debes asumir tu responsabilidad.
Los felicito y les deseo que cada día aprendan algo nuevo que les permita cumplir mejor su tarea, para contribuir al éxito, en todos sentidos, de nuestro país y de nuestro planeta.
Muchas gracias.