Sunday, May 29, 2005
México y la Unión Europea
Mesa IV: “México y la Unión Europea”
30 de noviembre de 2000
Comentario de Javier Treviño Cantú
Introducción
En primer lugar quiero agradecer a Celia Toro la invitación para participar en esta mesa.
Hemos escuchado la exposición detallada, informada, con un análisis cuidadoso, del profesor Francisco Gil Villegas. Contamos ahora con un buen panorama de las etapas en la negociación del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre México y la Unión Europea.
El acuerdo firmado el pasado 23 de marzo en Lisboa refleja que hay conciencia en México y en la Unión Europea de la necesidad de aprovechar nuevas oportunidades.
Este acuerdo es el primero que la Unión Europea firma con una nación de América Latina y el más amplio que ha establecido con un país que no pertenece a su región geográfica. De hecho, servirá de base para las futuras negociaciones que entable la región con otros países.
Para México, tampoco se trata de un acuerdo comercial más. Es uno de los acuerdos de libre comercio más importante que nuestro país ha alcanzado, desde la firma del TLC con Estados Unidos y Canadá en 1993.
En efecto, como lo mencionó Francisco Gil Villegas, el proceso de negociación del Acuerdo ilustra muy bien el funcionamiento de las instituciones de la Unión Europea. Es un estudio de caso muy interesante.
Fue una negociación breve, compleja y única. Breve, en comparación con otras negociaciones comerciales. Compleja, por ser un acuerdo mixto: involucró ámbitos soberanos de cada uno de los 15 Estados Miembros y otros en los que los países han cedido su facultad de decisión a las instituciones comunitarias. Única, por su estructura de negociación, su cobertura temática y los distintos actores que involucró.
El Parlamento Europeo jugó un papel relevante. Fue el que primero se pronunció abiertamente por negociar un acuerdo amplio que incluyera la liberalización del comercio. Luego vino el proceso de ratificación del Acuerdo Global en los 15 Estados Miembros de la UE.
En comercio, pesca y agricultura, los Estados Miembros ceden a la Comisión Europea la autoridad de decidir y el Parlamento Europeo ratifica. Sin embargo, el diálogo político y la cooperación, así como los servicios, movimientos de capitales y propiedad intelectual continúan siendo competencia exclusiva de los Estados Miembros.
La negociación del Acuerdo también ilustra lo importante que es actuar a tiempo en el ámbito de las relaciones internacionales, lo importante que es actuar cuando se abre una ventana de oportunidad.
¿Podría haberse negociado un Acuerdo con la UE antes del TLC con Estados Unidos y Canadá? ¿Antes de que México ingresara a la OCDE? Yo creo que no. ¿Podría negociarse un Acuerdo de estas características en el año 2001? Tal vez no.
La ventana de oportunidad
En 1994, la ventana de oportunidad se abrió y se aprovechó plenamente. Debemos considerar dos eventos fundamentales: En primer lugar, el 1 de enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En segundo lugar, el 14 de abril México fue aceptado en la OCDE.
Era un año político en México: la campaña presidencial inició con las complicaciones del conflicto en Chiapas y luego vino la trágica muerte del candidato Luis Donaldo Colosio.
El 24 de junio de 1994 se inició el Consejo Europeo en Corfú, Grecia. Los Jefes de Estado y de Gobierno incluyeron por primera vez una referencia explícita de interés por modificar sus relaciones con México: “expresaron el deseo de fortalecer sus relaciones políticas y económicas con México”.
El 9 de diciembre de 1994 se lleva a cabo el Consejo Europeo en Essen, Alemania. De ahí surge la instrucción para elaborar un documento de trabajo de la Comisión Europea: “Reflexión sobre el futuro de las relaciones económicas entre la Comunidad Europea y México”. Ahí se presentaban 5 opciones: 1. Fortalecimiento de la cooperación. 2. Fortalecimiento del Acuerdo Marco de 1991, a través de acuerdos de cooperación sectorial complementarios. 3. Acuerdo de libre comercio limitado, que excluyera servicios, productos agrícolas. 4. Acuerdo de libre comercio amplio. 5. Acuerdo de libre comercio con el Grupo de los Tres (México, Colombia, Venezuela)
Diversificación: prioridad de la política exterior
El nuevo gobierno de Ernesto Zedillo dejó muy claro, en su Plan Nacional de Desarrollo, que la diversificación de las relaciones de México con el mundo sería una prioridad de política exterior. Todavía iba más lejos cuando establece claramente:
“Buscaremos establecer un nuevo acuerdo integral con la UE que garantice una interlocución permanente y productiva. Se dará prioridad a alcanzar un tratado de comercio libre y justo con la UE, asegurar nuevos acuerdos y términos más favorables de cooperación y establecer un diálogo político sobre asuntos bilaterales y los grandes temas mundiales”.
Se inicia el acercamiento formal con la UE
El 8 de febrero de 1995 se da a conocer el documento “Profundización de las relaciones entre la UE y México”. El Comisario Manuel Marín viaja a México y se hace un planteamiento tímido en materia de apertura económica: se buscaría una liberalización recíproca y progresiva del comercio que tenga en cuenta la importancia de algunos productos y las normas de la OMC.
Esto lleva a que el gobierno de México inicie gestiones diplomáticas mucho más vigorosas e individuales ante los Estados Miembros de la UE.
Alain Lamasoure, Ministro francés de Asuntos Comunitarios viaja a México poco tiempo después. Indicó que la Presidencia francesa de la UE, durante el primer semestre de 1995, deseaba proponer un nuevo acuerdo político y económico a México, el cual debía incluir aspectos comerciales y económicos, así como consultas políticas regulares. Propuso dos etapas: en primer lugar, una Declaración de intención entre México y la UE, es decir, un acuerdo político privilegiado. La segunda etapa sería la negociación de un acuerdo económico y comercial.
El 2 de mayo de 1995 se firma en París la Declaración Solemne Conjunta entre México y la UE. Se establecían ahí los objetivos comunes: respeto a los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas; fortalecimiento de la democracia; respeto de los derechos humanos; salvaguarda de la paz y la seguridad internacionales; promoción de una economía mundial sana y consolidación del multilateralismo.
Además se proponía un diálogo político fortalecido sobre temas de interés común y consulta estrecha en el seno de los organismos internacionales. Se hacían votos por un desarrollo favorable de los intercambios de mercancías, servicios e inversiones. En materia de cooperación se ampliaría el acuerdo marco de 1991 en cuanto a su alcance y cobertura.
Proceso de negociación
Se inicia un proceso complejo de negociación durante la Presidencia española, en el segundo semestre de 1995. Con el inicio de la Presidencia italiana, en 1996, se intensificó el trabajo diplomático.
El 30 de abril de 1996 se presentó en estudio sobre la incidencia de los tratados bilaterales de libre comercio en los compromisos asumidos por la UE en la OMC. El estudio tuvo un impacto positivo en los Estados Miembros de la UE. Se reconoció por vez primera que una zona de libre comercio con México no presentaba un riesgo particular.
Posteriormente, el 23 de mayo de 1996, el Consejo de Representantes Permanentes aprobó las Directivas de Negociación del nuevo acuerdo.
Se logró el consenso sobre el alcance y contenido del acuerdo. Faltaba la mecánica de la negociación. Se dividiría en dos fases. En una primera se cubrirían los aspectos de cooperación y diálogo político. En la segunda se llevaría a cabo la negociación para la liberalización comercial.
En octubre se llevó a cabo una reunión técnica en Bruselas y en noviembre se hizo pública la propuesta de mecánica preliminar de negociación. Pero no fue sino hasta el 8 de abril de 1997, durante la Presidencia holandesa, cuando se llevó a cabo la Cumbre Grupo de Río-UE en Noordwijk y el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Ángel Gurría anunció que se había alcanzado el entendimiento sobre la mecánica de negociación.
La primera ronda formal de negociaciones se lleva a cabo el 10 y 11 de junio de 1997. Se aprobaron el Acuerdo Global, el Acuerdo Interino, y el Acta Final, con una Declaración sobre Servicios.
Pero no es sino hasta el 8 de diciembre cuando se lleva a cabo la ceremonia de firma oficial de los documentos por parte del Secretario de Relaciones Exteriores de México, el Secretario de Comercio y Fomento Industrial de México, el Vicepresidente de la Comisión Europea y el Ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo.
El Senado mexicano aprobó el Acuerdo Interino sobre Comercio el 23 de abril de 1998. Y el Parlamento Europeo hizo lo propio el 13 de mayo de 1998.
Con ello, del 9 al 13 de noviembre dieron inicio las negociaciones formales. Se llevaron a cabo nueve rondas de negociaciones durante un año. Las negociaciones finalizaron el 23 de noviembre de 1999. Se revisaron los textos y se llevó a cabo la traducción a 11 idiomas.
El 16 de diciembre de 1999, el Embajador de México ante la UE y el Director General para América Latina de la Comisión Europea rubricaron el acuerdo. El 18 de enero del 2000, la Comisión solicitó al Consejo y al Parlamento Europeo su aprobación final.
El Presidente de México, el Presidente de la Comisión Europea y el Primer Ministro de Portugal, en su calidad de Presidente del Consejo Europeo firmaron la Declaración de Lisboa el 23 de marzo de 2000.
Importancia de la relación bilateral
Ante las transformaciones globales y los cambios que atraviesan México y la Unión Europea, la relación bilateral se ha vuelto estratégica para ambas partes.
Sin embargo, México no parece ser una prioridad para la Unión Europea, como mostró el número especial de The Economist con proyecciones para el 2001, en el que nuestro país ni siquiera se menciona como un asunto de su agenda.
Esto se debe, en gran medida, a que la Unión Europea está concentrada en asuntos prioritarios como la reforma de sus mecanismos, la ampliación de sus miembros o su relación con EU.
Pero también, es una muestra de que México debe realizar un trabajo más amplio, consistente y eficiente para difundir en Europa sus avances y logros, así como las oportunidades abiertas con la firma del acuerdo bilateral.
En cierto sentido, parece que los mexicanos tampoco hemos dado a este acuerdo la importancia que merece.
Sólo así se explica la falta de un debate verdaderamente serio y profundo en algunos medios e instituciones académicas sobre su trascendencia para nuestro país. Por eso es tan importante la celebración de este foro.
La Unión Europea ofrece a México enormes oportunidades en muchos sentidos. Representa un mercado de 375 millones de consumidores, es uno de los polos de desarrollo científico y tecnológico más dinámicos del mundo y es líder en materia de liberalización comercial, dos aspectos clave de la nueva economía global.
Es un espacio privilegiado para diversificar nuestras relaciones económicas, no sólo el comercio o la inversión, sino los intercambios tecnológicos y de conocimientos.
Los lazos históricos y culturales que nos unen deben servir para fortalecer la comunicación política y encontrar soluciones a los desafíos que compartimos en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente.
Sobre todo, para promover esquemas de cooperación que permitan abordar con mayor eficiencia una agenda en la que los asuntos locales, nacionales, bilaterales, regionales y globales están cada vez más vinculados.
Esta nueva realidad la vivimos todos los días en casos como las migraciones, la preservación del medio ambiente, la lucha contra la pobreza o el combate a la corrupción y el crimen organizado.
Las posibilidades de avanzar en áreas como éstas son mayores que nunca, ante las crecientes coincidencias entre México y los países europeos en ámbitos como la democracia, los derechos humanos o el libre comercio.
Más aún, México y muchas de las naciones de la Unión Europea enfrentan desafíos económicos y sociales similares, y la forma de resolverlos debe aportar experiencias útiles para todos.
Esto lo vemos en países como Alemania, que al igual que México, tiene entre sus prioridades reformar el sistema fiscal y está buscando nuevos mecanismos para mejorar los sistemas de ahorro para el retiro.
Más allá de las oportunidades económicas o políticas, el dinamismo de las sociedades europeas, que están a la vanguardia en la innovación científica, el desarrollo tecnológico y el establecimiento de tendencias culturales, ofrece a los mexicanos mayores opciones para desarrollar su vida social y artística.
Por su parte, México tiene mucho que ofrecer a la Unión Europea. Nuestro país es la treceava economía del mundo y la octava potencia exportadora a nivel internacional. Los fundamentos más sólidos y el buen desempeño de nuestra economía generan muchas oportunidades de comercio, inversión y negocios para los empresarios europeos.
Además, la red de acuerdos comerciales de México convierte a nuestro país en un puente estratégico para las empresas de la Unión Europea que desean expandirse hacia otros mercados, particularmente de América del Norte, Centroamérica y América del Sur.
México también puede tender puentes para la comunicación y el entendimiento político entre Europa y América, a través de los foros regionales, como los mecanismos de cooperación establecidos a través del Grupo de Río, y de los organismos multilaterales como la ONU o la OCDE.
Probablemente, lo mejor que México puede aportar a Europa es su arte, su comida, sus tradiciones y los valores que hacen de su cultura una de las más diversas y creativas del mundo.
Realizar esta labor de difusión en Europa es clave, en una era en que la cultura constituye uno de los medios más eficaces para proyectar a nuestro país en el mundo como una nación distinta y dinámica.
Relaciones económicas
El acuerdo establece bases institucionales para abrir mayores espacios y oportunidades a los productores e inversionistas de México y los países europeos, y consolida la posición estratégica de México en la economía global.
A pesar de no contar con un tratado de libre comercio, la Unión Europea se ha mantenido como el segundo socio comercial y la segunda fuente de inversión extranjera para México en los últimos años.
El comercio bilateral creció 50% entre 1993 y 1999, pasando de $10,600 millones de dólares a $15,600 millones.
A su vez, la Unión Europea aportó el 21% de los más de $41 mil millones de dólares que México captó en inversión extranjera directa entre 1994 y 1998.
Este porcentaje es mayor, si consideramos las inversiones realizadas por subsidiarias de empresas europeas establecidas en otros países.
Actualmente, hay cerca de 3,500 empresas establecidas en México que cuentan con capital de los países de la Unión Europea. Aún así, hay un potencial mucho mayor para impulsar nuestras relaciones económicas. Especialmente, si se toma en cuenta que la Unión Europea alcanzó en 1998 un comercio de $1.6 billones de dólares con el resto del mundo.
Y que, a pesar del aumento del comercio bilateral, su participación en el comercio total de México disminuyó de 19% a 6.4% ente 1988 y 1998. Esto se debe a que el comercio exterior mexicano ha aumentado, sobre todo, hacia los países con los que México había firmado acuerdos comerciales anteriormente. Como resultado, el comercio exterior de nuestro país creció más del doble en seis años, pasando de $117 mil millones de dólares en 1993 a casi $280 mil millones en 1999.
El acuerdo establece condiciones propicias para duplicar las exportaciones mexicanas a la Europa de los Quince en unos cuantos años, como sucedió tras la entrada en vigor de los tratados con Chile o Estados Unidos.
Como en otros casos, esto se logrará institucionalizando las relaciones económicas entre ambas partes y liberalizando progresivamente el comercio de bienes, servicios e inversiones.
El acuerdo ofrece un marco legal que garantiza seguridad y confianza para nuestros intercambios, reconociendo las diferencias que existen entre nuestras economías.
Los términos alcanzados permitirán que más productores mexicanos se integren al sector exportador. Sobre todo, pequeñas y medianas empresas que podrán convertirse en proveedores de los insumos que se necesitan para exportar.
Lo más importante es que el incremento de las exportaciones, la integración de encadenamientos productivos y el ingreso de más inversión extranjera directa contribuirá a generar más y mejores empleos en el país.
Relaciones políticas
Además del comercio o la inversión, el acuerdo abarca áreas que son fundamentales para impulsar el desarrollo sustentable de México y fortalecer su presencia en el sistema internacional.
México y los países de la Unión Europea han establecido mecanismos de cooperación en prácticamente todas las áreas que inciden en la calidad de vida de la gente, como la tecnología, la protección ambiental, la educación o la salud.
Esta cooperación se lleva a cabo a nivel bilateral y a través de mecanismos regionales, como la Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea, que se celebró por primera vez en junio de 1999 en Río de Janeiro, Brasil.
Sin embargo, existen muchas posibilidades de ampliar esta cooperación hacia nuevas áreas y de establecer mecanismos novedosos que incorporen a más actores privados y sociales a los programas que se llevan a cabo, empezando desde el ámbito local.
Los instrumentos para la comunicación política establecidos por el acuerdo entre México y la Unión Europea deben contribuir a alcanzar este objetivo.
A la vez, deben servir para que ambas partes aborden con mayor eficiencia los asuntos bilaterales y regionales, y contribuyan a la construcción de una nueva arquitectura de relaciones mundiales.
Esta nueva arquitectura debe basarse en instituciones internacionales más eficientes y justas, que consoliden un orden mundial sustentado en la cooperación.
Especialmente, para promover un desarrollo económico sustentable e inclusivo, abatir la pobreza, preservar el medio ambiente, garantizar la paz y la seguridad internacionales y combatir la corrupción, la delincuencia y el crimen organizado.
Relaciones culturales
Para que mexicanos y europeos profundicemos nuestras relaciones en todas estas áreas es fundamental conocernos más y comprendernos mejor.
Por eso, el acuerdo bilateral incluye términos y mecanismos para impulsar los intercambios educativos y culturales.
Tenemos una gran ventaja para avanzar en estas áreas: los profundos lazos históricos que nos unen y el aprecio mutuo por nuestras culturas.
En la medida en que se amplíen y fortalezcan los programas educativos y culturales entre ambas partes, México y Europa estarán en mejores condiciones de aprovechar su papel como potencias culturales del mundo contemporáneo.
De esta forma, contribuirán a demostrar que la globalización no debe implicar, necesariamente, el predominio de unas culturas sobre otras, o la homogeneidad de ideas, valores, creencias o patrones de consumo en todas partes.
Por el contrario, la fortaleza de nuestras culturas es la base para asumir a la globalización como un medio que nos permita entrar en contacto con otras culturas para enriquecer las propias, preservando los valores que nos distinguen como sociedades y como naciones.
En este sentido, mexicanos y europeos tenemos mucho por compartir, mucho por cooperar y mucho por aprender unos de otros, en un mundo en el que las distancias y los tiempos que nos separan son y serán cada vez más cortos.
Conclusiones
Ahora, el éxito del acuerdo depende de que los gobiernos, las autoridades locales, las empresas, las organizaciones sociales, las instituciones académicas y las personas aprovechen los espacios y las oportunidades abiertas.
El año 2001 no se presenta como un buen momento para lograr el éxito.
Mañana inicia un nuevo gobierno en México. Se inicia el “encuentro con la realidad”. Esperamos que no sea un encontronazo. Veremos un período de transición. Y las transiciones presidenciales, decía Richard Neustadt, se distinguen por 4 elementos que pueden convertirse en una combinación explosiva: inexperiencia, ignorancia, ingenuidad y arrogancia.
En México los ciudadanos votaron por el cambio. La gente quiere el cambio que le prometieron. Y lo quiere ya. Vivimos en una época de crecientes expectativas, que nos puede llevar a una época de crecientes frustraciones. La luna de miel, el beneficio de la duda, pueden tener larga duración. Sin embargo, la población exigirá resultados.
El nuevo Presidente ha anunciado un nuevo enfoque de su política exterior. Seguramente habrá nuevos Embajadores en el Reino Unido, España, Francia, Italia, Alemania y algunos otros de los países europeos. Esperemos que el proceso de aprendizaje no sea demasiado lento.
Por su parte, el 1 de enero se inicia la Presidencia sueca de la UE. Luego le tocará a Bélgica el segundo semestre. El 2001 será un año en el que la UE se concentrará en asuntos vitales:
Proceso de crecimiento de la UE: hay negociaciones con 12 candidatos de Europa Central y Oriental.
En la política exterior de la UE, la Presidencia sueca traerá a la mesa la dimensión nórdica: la relación con Rusia en la cooperación con problemas regionales, tales como los del medio ambiente y el crimen organizado.
Hay temas más técnicos que serán analizados en el primer trimestre, pero no por ello dejan de tener una gran importancia: la liberalización de los mercados europeos de servicios y empresas de servicios públicos. También la liberalización de las telecomunicaciones, los sistemas de controladores de tráfico aéreo, las decisiones sobre la competencia entre distribuidores de automóviles.
Migración y asilo son temas que a Bélgica la interesan para la segunda mitad del próximo año.
Los temas del Euro y la unión monetaria de los 12 (faltan Suecia, Dinamarca y Gran Bretaña). La regulación de los mercados financieros será otro tema importante.
La discusión sobre el futuro de Europa: ¿cómo va a mantener la UE la coherencia, eficacia y legitimidad democrática si se expande demasiado? ¿necesita Europa una constitución? ¿Qué dirá Romano Prodi en el documento que está preparando para ser entregado en mayo? La discusión se centra en si se deben dar más poderes a las instituciones de la UE o si se deben limitar los poderes de la Unión y reafirmar los poderes de los Estados Miembros.
Todavía está fresco el recuerdo de las renuncias forzadas de abril de 1999 de todos los comisionados. ¿Cuál es la credibilidad y qué confianza se le puede tener a la Comisión para seguir con su expansión?
Ya hay un mercado y una moneda común. La UE tiene que ver hacia fuera. La Política Exterior y de Seguridad Común es un gran tema. ¿Quién prevalecerá, la Comisión o el Consejo Europeo para definir la agenda internacional de la UE? ¿Qué hay de la discusión de un Senado Europeo ante el recelo de los parlamentos nacionales y el Palamento Europeo?
También se discutirá la eficacia de la presidencia semestral y el sistema de votación.
Alemania es un jugador importante porque está cambiando su visión: se ha vuelto menos comunitaria, los Lander están temerosos de que su poder se disuelva a favor de Bruselas. El Canciller Schroeder no es el mejor aliado de la Comisión. Los alemanes estarán concentrados en su reforma fiscal y del sistema de pensiones, así como sus elecciones regionales.
Elecciones municipales en Francia y generales en Italia indican que el elemento primordial de la atención será la popularidad de los candidatos.
¿Habrá un lugar para México en toda esta discusión?