Sunday, May 29, 2005

 

Perspectivas económicas 1999

PALABRAS DEL OFICIAL MAYOR DE LA SHCP,
JAVIER TREVIÑO CANTU,
EN LA FEDERACION DE COLEGIOS PROFESIONALES DEL ESTADO DE NUEVO LEON

Monterrey, N.L., 23 de abril de 1999


Me da mucho gusto estar hoy con la Federación de Colegios Profesionales del Estado de Nuevo León para hablarles sobre las perspectivas económicas para este año.

1999 será un buen año para la economía mexicana. Pero antes de explicarles por qué, quiero decirles, como profesionista, que la economía no es mi especialidad.

Yo estudié Relaciones Internacionales y Políticas Públicas, y me he desempeñado profesionalmente en estos campos, incluso ahora como Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Por eso, más que presentarles una exposición técnica, les quiero comentar las principales tendencias de la economía internacional y las oportunidades y retos que implican para México.


PANORAMA INTERNACIONAL

El mundo del fin del milenio se caracteriza por acelerados cambios en todos los órdenes, desde la economía, la política y la sociedad, hasta la cultura y las relaciones internacionales.

Estas transformaciones responden, principalmente, a los avances de la ciencia y la tecnología, a la apertura política y económica en la mayoría de los países y al proceso de globalización.

En la economía, como en otros ámbitos, los cambios están generando una verdadera revolución, que presenta muchas oportunidades.

Pero también implica riesgos y desafíos.

Los avances en campos como la robótica o la biotecnología, entre muchos otros, están generando formas más rápidas, baratas y eficientes para dar servicios y producir manufacturas y alimentos.

La magnitud y velocidad del desarrollo tecnológico está acortando los llamados “ciclos económicos”.

Estos ciclos están determinados por el tiempo que tarda una tecnología en desarrollarse, impulsar la economía y ser reemplazada por una tecnología nueva.


En el siglo XX hemos atravesado por tres de ellos:

· el ciclo de la electricidad, los químicos y las máquinas de combustión interna;

· el de la petroquímica, la electrónica y la aviación; y

· el de las redes digitales, el software y los nuevos medios de comunicación.

Lo impactante es que mientras los dos primeros se desarrollaron en 50 y 40 años, respectivamente, todo parece indicar que el tercero durará sólo 30 años.[1]

El ciclo por el atravesamos se enmarca en la llamada “era de la información” o “era del conocimiento” y está desarrollándose, literalmente, a la velocidad de la luz.

La informática y las tecnologías de comunicación digital están revolucionando la economía mundial, al acentuar la importancia del conocimiento, la comunicación y la información en las actividades económicas.
Medios como Internet y el correo electrónico derrumban las barreras de espacio y tiempo entre proveedores, productores y clientes a nivel mundial.

Así, las nuevas ventajas competitivas de las empresas están determinadas por su capacidad para conectarse a los medios que difunden conocimientos e información, y para utilizarlos eficientemente.

Como dice Bill Gates, “las compañías exitosas de la próxima década serán aquéllas que usen las herramientas digitales para reinventar la forma en que trabajan, para hacer de los flujos de información digital una parte esencial de su empresa”.[2]

Parece que tiene razón. Las industrias vinculadas a la información generaron el 37% de los nuevos empleos que se crearon en Estados Unidos el año pasado. [3]

Además, se calcula que en el año 2003, una décima parte de la economía mundial se manejará a través de Internet.[4]

Las redes informativas globales están contribuyendo a acelerar aún más la innovación tecnológica, a crear nuevos encadenamientos productivos entre las industrias de todo el mundo y a impulsar el comercio internacional.

Junto a los avances científicos y tecnológicos, la consolidación de economías abiertas en la mayor parte de los países ha contribuido a profundizar los procesos de integración mundial.

Un ejemplo es el comercio internacional. Durante los últimos 45 años ha aumentado casi 2000%, más del triple del crecimiento de la producción mundial.[5]

Esta expansión ha sido propiciada por el libre comercio. Mientras que en 1990 existían menos de 25 acuerdos de libre comercio a nivel internacional, el año pasado había más de 90. [6] Se calcula que entre el 50% y el 60% del comercio mundial se lleva a cabo en el marco de estos acuerdos. [7]

Los adelantos en las comunicaciones y la apertura de mercados también han contribuido a aumentar el volumen y la rapidez de los flujos de capital internacionales.

Actualmente, en el mundo se realizan transacciones con divisas por cerca de un billón y medio de dólares, en un día.

Estamos hablando de una cifra equivalente al producto interno bruto de Alemania. [8]

Los crecientes vínculos económicos entre los países han propiciado el surgimiento de una economía internacional cada vez más global e interdependiente.

Pero la globalización no es un fenómeno nuevo ni un proceso completo.

Lo que realmente destaca es la velocidad y profundidad con la que se ha acelerado en los últimos años.

Como muchos otros fenómenos del mundo de hoy, no lo comprendemos ni controlamos del todo, especialmente sus efectos negativos.

Uno de ellos son los desequilibrios provocados por los miles de millones de dólares que se desplazan de un país a otro a la velocidad que tarda hacer una llamada por teléfono.

Otro es la desigualdad en los niveles de ingreso, dentro de los países y entre la comunidad internacional.

Las 225 personas más ricas del mundo tienen una riqueza superior al billón de dólares, equivalente al ingreso anual de 2,500 millones de personas que viven en condiciones de pobreza extrema.

Tan sólo la riqueza del propio Bill Gates supera el producto interno bruto de Israel y Singapur. [9]

Distribuir equitativamente el ingreso y abatir la pobreza extrema son dos de los grandes retos de fin de siglo.

Más aún, si tomamos en cuenta que los avances científicos y tecnológicos sólo están beneficiando a una parte mínima de la población mundial, especialmente de los países desarrollados.

De continuar esta tendencia, corremos el riesgo de vivir en un planeta fragmentado, en el que sólo una minoría de la población entrará, realmente, al Siglo XXI.

Las fibras ópticas, los faxes o la telefonía celular sólo han alcanzado a una quinta parte de la población mundial, la cual concentra el 74% de las líneas telefónicas existentes.[10]
En el mundo existe cada vez mayor conciencia de la necesidad de encontrar respuestas a estos y otros desafíos.

Por ello, no es casualidad que el Premio Nobel de Economía de 1998 se le haya otorgado al investigador indio Amartya Sen, especialista en temas relacionados con la pobreza.

Tampoco lo es que el Foro Económico Mundial, que reúne anualmente a los principales líderes económicos del mundo en Davós, Suiza, tuvo este año como tema la “globalización responsable”.

La búsqueda de fórmulas para establecer una economía “con rostro humano” y para resolver los desafíos que plantea la globalización no es fácil.

Los cambios no se van a frenar; por el contrario, serán cada vez más rápidos.

Lo mismo sucede con la globalización y con la volatilidad de la economía internacional.

Se trata de fenómenos que forman parte de una nueva realidad, que evoluciona más rápido de lo que podemos no sólo prever, sino comprender.

En la economía internacional, como en otros ámbitos, lo único seguro es que no podemos dar nada por sentado; que cualquier cosa puede pasar, para bien y para mal.

Como personas y como país, este panorama nos presenta cotidianamente mayores oportunidades y desafíos.


LOS RETOS

¿Qué significa esto para los profesionistas o las empresas de un país como México?

De entrada, que vivimos en un ambiente cada vez más competitivo; que hay mayor competencia dentro y fuera de nuestro país.

Esto implica un reto, pero también una oportunidad: se impondrán quienes tengan la imaginación, el talento y la capacidad de aprovechar las nuevas herramientas a su alcance para ser más eficientes y productivos.

Los adelantos tecnológicos en sí mismos no representan ventajas competitivas.

Lo que realmente las concede es aprovechar al máximo su potencial y desarrollar mejores formas de utilizarlos.

En el mundo de hoy, la riqueza no la generan los recursos naturales o las máquinas, sino las ideas.

Pensemos por ejemplo, en Internet. A nadie le sirve si no sabe cómo y para qué usarlo.

A un profesionista le servirá para competir con éxito sólo en la medida que desarrolle un proyecto de trabajo, que mejore su calidad, consiga clientes o se actualice por este medio.

En una época de grandes cambios y transformaciones, la capacidad de adaptación, pero sobre todo, de innovación, es la clave del éxito.

Esto se aplica por igual a un profesionista que a una empresa, un sector económico, una comunidad o un país.

Para innovar, se requiere imaginación y preparación.

Las grandes ideas surgen de la imaginación, pero la imaginación parte del conocimiento, de la educación.

En la era de la información, la educación es la llave maestra para el desarrollo.


ESTRATEGIAS DE POLÍTICA ECONÓMICA

En este contexto, las perspectivas de la economía mexicana son buenas.

Actualmente, contamos con bases sólidas para generar un crecimiento sostenido.
En la década pasada, se inició la reforma estructural de la economía, que entre otras cosas ha permitido sanear las finanzas públicas, renegociar la deuda externa, desregular el mercado interno e impulsar la competencia y la productividad.

Además, México se ha integrado cada vez mejor a la economía internacional a través de la apertura financiera, de la firma de acuerdos de libre comercio y de la incorporación a organismos internacionales que impulsan la cooperación para el desarrollo.

En los últimos años, el gobierno ha seguido una política económica consistente y responsable.

Esta política se ha centrado en mantener políticas macroeconómicas sanas, profundizar la reforma estructural, fortalecer el sistema financiero, promover el libre comercio y ampliar los programas de desarrollo social.
Los objetivos son crecer en forma sostenida, generar empleos, abatir la pobreza extrema y elevar la calidad de vida de todos los mexicanos.

Y hay razones para ser optimistas.

El año pasado crecimos 4.8%, la tasa más alta de América Latina y una de las mayores del mundo.

Este crecimiento contribuyó a crear más de 800 mil nuevos empleos.

Gracias a ello, en enero de 1999 alcanzamos la menor tasa de desempleo de los últimos seis años.

Este año seguiremos creciendo, aunque a un ritmo menor, de aproximadamente 3%, en gran medida por la desaceleración de la economía internacional. [11]

Vamos bien para alcanzar esta meta. Las cifras de producción industrial hasta febrero indican que llevamos 38 meses consecutivos de crecimiento. [12]

No sólo en el gobierno somos optimistas. Los mercados financieros reflejan la confianza de los inversionistas privados en la economía mexicana.

Esto lo vemos en el crecimiento de la Bolsa de Valores, que ha alcanzado niveles récord; en la estabilidad del peso, que se ha recuperado significativamente con relación al dólar; y en la reducción de las tasas de interés.

Otra muestra de la confianza del sector privado de México y el mundo sobre las perspectivas económicas son las proyecciones de inversión para este año.

Se tiene programada inversión extranjera directa por más $10 mil millones de dólares para 1999, una cifra ligeramente mayor a la registrada el año pasado.[13]

Se trata de inversiones productivas de mediano y largo plazo que se traducen en empleos.

También esperamos que aumente la inversión privada nacional.

Tan sólo las empresas agrupadas en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios realizarán inversiones productivas por más de $7 mil millones de dólares. [14]

Hemos logrado mucho, pero aún hay retos por superar.

Por ejemplo, estamos trabajando para fortalecer el sistema financiero, para que los bancos vuelvan a otorgar créditos a las personas y las empresas.

También hay que fortalecer los ingresos del gobierno, para dedicar mayores recursos al desarrollo social y al abatimiento de la pobreza.

Durante los últimos diez años, el gasto que destina el gobierno a prioridades sociales como alimentación, salud y educación ha crecido más del doble, manteniéndose por encima del 50% del presupuesto público.


PERSPECTIVAS DEL SECTOR EXTERNO

Otra de las razones para ser optimistas son las perspectivas del sector externo.

Las exportaciones han sido uno factor clave para superar la crisis de 1995, y constituyen actualmente uno de los principales motores del crecimiento económico y la creación de empleos.

México es hoy en día la décima potencia exportadora a nivel internacional.

En tan sólo cinco años, entre 1993 y 1998, nuestro país ha duplicado sus ventas al exterior, alcanzando cerca de $120 mil millones de dólares el año pasado.[15]

El dinamismo del sector exportador responde a la mayor competitividad de la industria mexicana, a las políticas de apoyo a la exportación y a los acuerdos de libre comercio firmados con otros países.

El panorama internacional también ha mejorado durante 1999.

Se han recuperado los precios del petróleo y los inversionistas han comenzado a distinguir a México de otros países en desarrollo que enfrentaron graves problemas financieros el año pasado.

Además, Estados Unidos y Europa han mantenido el crecimiento y la solidez económica, lo que contribuirá a estabilizar la economía internacional.

En el caso de Estados Unidos, su economía representa una cuarta parte de la economía mundial, lleva ocho años seguidos de crecimiento, prácticamente no tiene inflación y está cerca de alcanzar el pleno empleo.

La solidez económica estadounidense, que constituye el principal mercado para nuestros productos, ha beneficiado y seguirá beneficiando a México a corto y mediano plazo.

Gracias al TLC, hay reglas claras para los intercambios con Estados Unidos y mayor certidumbre para invertir y realizar negocios.

El comercio bilateral ha crecido 135% durante los cinco años de vigencia del acuerdo. [16]

Tan sólo el año pasado, las exportaciones mexicanas a ese país alcanzaron $102 mil millones de dólares. [17]

El comercio entre México, Estados Unidos y Canadá ha crecido 75% a partir de la entrada en vigor del TLC.

De esta forma, México se ha convertido en el segundo socio comercial de Estados Unidos y de Canadá. [18]

La creciente integración de la economía norteamericana está siendo fundamental para impulsar el crecimiento, la generación de empleos y la inversión en México.

De hecho, a partir de la entrada en vigor del TLC en 1994, México ha captado $55 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, el triple de lo que había recibido anteriormente. [19]

Hacia el sur, también hemos fortalecido los vínculos económicos con los países de América Latina y El Caribe.

México ha promovido activamente el libre comercio con la región, a nivel bilateral y regional.

Hemos firmado tratados de libre comercio con Chile, Colombia, Venezuela, Bolivia, Costa Rica y Nicaragua.

Actualmente, mantenemos negociaciones similares con Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá, Ecuador y Perú.

Gracias a estos acuerdos ha crecido significativamente el volumen de los intercambios comerciales.

Por ejemplo, las exportaciones a Chile se triplicaron entre 1991 y 1998, alcanzando $625 millones de dólares. [20]

Con Europa, México negocia actualmente el capítulo comercial del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación.

Se han cumplido cuatro etapas de la negociación, que abarcan aspectos como el acceso a mercados, reglas de origen y solución de controversias.

Aunque persisten diferencias en temas como la desgravación arancelaria, confiamos en que alcanzaremos un acuerdo que beneficiará a ambas partes.

La apertura del mercado europeo a los productos mexicanos y la ampliación de los negocios y la inversión con esa región será un paso fundamental para fortalecer la posición de México en la economía internacional.

Europa es el caso más avanzado de integración económica, y representa un mercado de más de 370 millones de consumidores.

Además, la Unión Europea es la segunda economía del mundo, superada sólo por Estados Unidos.

De hecho, algunos analistas consideran que el principal polo de desarrollo económico del siglo XXI no será el Pacífico, como se pensaba hace unos años, sino el Atlántico.

Esta proyección se basa en que Estados Unidos y Europa están estrechamente vinculados en términos económicos y comerciales, y la ola de fusiones entre sus grandes empresas registrada en los últimos años está creando una nueva economía transatlántica.

Las fusiones alcanzaron el año pasado más de $250 mil millones de dólares. [21]

Por su parte, el sudeste asiático atravesó por una severa crisis financiera durante 1998, que provocó una caída del producto interno, devaluaciones, mayor desempleo e inflación.

La crisis puso fin a casi treinta años de crecimiento ininterrumpido de los llamados “tigres asiáticos”, y ha planteado dudas sobre la viabilidad de su modelo económico.

Japón también está atravesando por una severa recesión, y se espera que su economía no crezca o se contraiga – 1.5% este año. [22]

Sin embargo, los países del sudeste asiático han comenzado a tomar las decisiones necesarias para superar la crisis, y se espera que se recuperen a mediano plazo, al igual que sucedió con México tras la crisis de 1995.

Estos países, especialmente China y Japón, seguirán siendo potencias industriales y exportadoras.

Para establecer mejores condiciones en nuestros intercambios económicos y de cooperación con esa región, México participa en organismos como el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico, APEC.

Asimismo, estamos explorando la posibilidad de negociar con Japón un Tratado de Libre Comercio que regule y promueva nuestros intercambios.

Estas acciones muestran que México está explotando al máximo su situación geográfica privilegiada, que nos vincula con América del Norte, Latinoamérica, el Atlántico y el Pacífico.

Cuando alcancemos acuerdos comerciales con la Unión Europea y Japón seremos el único país del mundo que tenga vínculos institucionales de comercio e inversión con Norteamérica, América Latina, Europa y Asia.


CONCLUSIONES

Como pueden ver, hay razones para esperar que en 1999 y los próximos años alcancemos buenos resultados económicos.

Tenemos bases económicas más sólidas, hemos registrado importantes avances y estamos cada vez mejor integrados al mundo.

Pero, en última instancia, el éxito de nuestra economía depende de todos nosotros, porque todos tenemos mucho que ver con ella.

Somos nosotros, como electores, quienes definiremos el próximo año la política económica que seguirá nuestro país, a partir de las propuestas que presenten los partidos políticos.

Esta decisión implica una gran responsabilidad, sobre todo para profesionistas que hemos recibido educación superior: la de elegir la mejor opción para México con libertad, pero también con información.

Para que la democracia funcione no basta con tener elecciones limpias.

Se requiere que el mayor número posible de electores tenga la educación y los conocimientos básicos para asumir decisiones con verdadera responsabilidad civil.

Esto es fundamental en el caso de la economía.

Debemos ser conscientes de cuáles estrategias económicas hay que mantener porque nos han beneficiado a todos, y cuáles, en su caso, se deben corregir.

También nosotros somos, como profesionistas, un factor clave para el éxito de la economía.

Los resultados de cualquier política económica no dependen de la buena voluntad de un gobierno, ni siquiera de las estrategias que impulse.

Una política económica, la que sea, funciona en la medida en que se cumplan dos condiciones:

Primero, que los agentes económicos cuenten con los medios y recursos que necesiten para desarrollarse.

Y, segundo, que cada uno de ellos los aproveche cabalmente para explotar su potencial productivo.

La primera tarea es, en gran medida, responsabilidad del gobierno.
El gobierno debe mantener una política económica responsable, sólida e imaginativa.

Debe generar las condiciones necesarias para el desarrollo económico, como otorgar confianza y seguridad para la inversión privada, crear infraestructura productiva o promover la educación y la capacitación de la fuerza de trabajo.

La segunda tarea es responsabilidad de los “agentes económicos”, es decir, de cada persona o empresa que lleva a cabo una actividad productiva o comercial.

Esto se aplica a un profesionista, un empresario, un obrero o un campesino, hasta cada industria, cada sector productivo y cada región del país.

En la medida en que cada quien cumpla su responsabilidad, en que el gobierno mantenga condiciones favorables para la actividad privada y en que cada uno de nosotros seamos más eficientes y productivos, la economía funcionará en beneficio de todos.

Nuevo León es un estado que se distingue por la capacidad de trabajo, la creatividad y el espíritu emprendedor de su gente.

En una época que demanda estas cualidades para el éxito económico, tenemos mayores razones para ser optimistas sobre el futuro de Nuevo León y México.

Depende de nosotros, y de nadie más, hacer realidad la prosperidad que queremos alcanzar no sólo para 1999, sino para el siglo XXI.

Muchas gracias.
[1] The Economist, “A survey of innovation in industry”, 20 de febrero de 1999
[2] Time ,”Bill Gates’ new rules”, 19 de abril de 1999
[3] BusinessWeek, “Cracking this crazy economy”, 25 de enero de 1999
[4] La Jornada , “Iconomía”, 4 de abril de 1999
[5] The Economist, “Fifty Years On”, 16 de mayo de 1998
[6] Ibid.
[7] María Cristina Rosas González, Regionalismo vs. Globalización: ¿Es Posible un Multilateralismo por Bloques?, Relaciones Internacionales, No. 73, enero-abril de 1997
[8] Proceso, “La trampa de la globalización”, 20 de septiembre de 1998
[9] Time, “Numbers”, 19 de abril de 1999
[10] PNUD, “Sinópsis del Informe de Desarrollo Humano 1998”
[11] SHCP, “Palabras de Angel Gurría en la inauguración de la Sexagésima Segunda Convención Bancaria”, Acapulco, Guerrero, 9 de abril de 1999
[12] SHCP, Informe del Vocero, 12-16 de abril de 1999
[13] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1369, 16 de marzo de 1999
[14] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1363, 11 de marzo de 1999
[15] Bancomext, “Estadísticas”, 7 de abril de 1999
[16] Secofi, comunicado de prensa, 14 de febrero de 1999
[17] Bancomext, doc. cit.
[18] Presidencia de la República, comunicado de prensa No. 1419, 9 de abril de 1999.

[19] Presidencia de la República, doc. cit.
[20] Bancomext, doc. cit.
[21] BusinessWeek, “The Atlantic Century”, 8 de febrero de 1999
[22] Banamex, doc. cit.

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