Sunday, May 29, 2005

 

Una economía para la gente

UNA ECONOMIA PARA LA GENTE:
CRECER EN LO ECONOMICO PARA ALCANZAR LA JUSTICIA SOCIAL

Javier Treviño Cantú*
2000

Una de las demandas principales de los mexicanos es consolidar una política económica que contribuya al desarrollo del país y al progreso de la gente. Por ello, el reto para México en este siglo que comienza es que la economía crezca en forma sostenida, para que se creen empleos y se generen mayores recursos que permitan apoyar a los que menos tienen.

El país cuenta con las bases necesarias para que el crecimiento beneficie a la gente. La consistencia en las políticas macroeconómicas, el equilibrio de las finanzas públicas, un déficit fiscal sano, la reforma estructural y la apertura de la economía al exterior han sido elementos determinantes para que desde 1997 México haya crecido a una tasa promedio de 5%, una de las más altas en todo el mundo.

Estos avances son un requisito para generar confianza y certidumbre; son condiciones indispensables para que la economía funcione. Ahora hay que aprovecharlos y hacer los cambios que se necesitan para que la economía sea una herramienta que sirva para alcanzar una mejor calidad de vida.

Antes que nada hay que asegurar un crecimiento sostenido. Para ello, México requiere un mayor compromiso y esfuerzo conjunto por parte de los sectores que inciden en el desarrollo del país, que permita hacer frente al contexto internacional de cambio constante que vivimos, caracterizado por fenómenos como la globalización, la volatilidad financiera internacional y los vertiginosos avances científicos y tecnológicos que transforman los procesos productivos de la noche a la mañana.

En este marco, como lo propone la Plataforma Electoral Federal 2000-2006 del PRI, el Estado tiene que reforzar sus tareas como orientador y coordinador de la actividad económica. Debe adaptarse a las condiciones que prevalecen en el escenario global, dar seguridad a la inversión y establecer políticas de apoyo a la industria, al campo, al comercio, al sector servicios y a la pequeña y mediana empresa para que eleven su productividad y sean más competitivos.

Por su parte, la iniciativa privada y social tiene que consolidarse como motor del crecimiento, a través de una mayor inversión, la creación de nuevos negocios, el fomento de la investigación científica, la promoción del desarrollo tecnológico y el impulso a la capacitación de los trabajadores.

Así, la suma de un Estado con mayor capacidad para ejercer la rectoría económica y una participación privada y social que capitalice plenamente las ventajas que ofrece la economía de mercado, permitirá a México crecer en forma sostenida.

Para reforzar este crecimiento, es necesario profundizar la reforma estructural, de forma que se estimule la competitividad de los sectores productivos y se aliente la libre competencia, garantizando siempre el interés público.

Asimismo, se requiere impulsar una reforma fiscal que contribuya a financiar el crecimiento económico con recursos propios, enfrentar en mejores condiciones la volatilidad de los capitales internacionales y, sobre todo, canalizar una mayor inversión al desarrollo social y al abatimiento de la pobreza.



También hay que fortalecer y capitalizar al sistema financiero para que se convierta en un sólido apoyo para el crecimiento, a través del incremento en el ahorro, la reactivación del crédito y el financiamiento de programas de desarrollo.

Del mismo modo, en la era de la información hay que impulsar una mejor educación y capacitación. En el siglo XXI, el progreso económico y las ventajas competitivas de una nación estarán fundadas cada vez más en la calidad de sus recursos humanos.

En la medida en que se avance en estos campos, la economía crecerá sostenidamente y habrá mayores beneficios para la gente, porque el incremento de la actividad económica permitirá crear empleos, y más fuentes de trabajo representan mayores oportunidades de salud, alimentación y educación para los mexicanos.

A la vez, la creación de más empleos llevará a un círculo virtuoso, ya que elevará el ingreso, lo que estimulará el ahorro, el consumo y la inversión, además de que fortalecerá la cohesión social y contribuirá a la disminución de los índices de criminalidad.

Sobre todo, el crecimiento de la economía y la reforma fiscal permitirán incrementar el gasto social. Así, el Estado tendrá los recursos para cumplir mejor con su principal compromiso: promover un desarrollo regional equilibrado y atender las necesidades de millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza.

Los logros que se han registrado en los últimos años nos dan las bases para alcanzar estos objetivos. Ahora hay que crecer sostenidamente en lo económico para avanzar hacia una mayor justicia social.

* El autor es vicecoordinador de Asuntos Internacionales del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Se ha desempeñado como oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y como subsecretario de Cooperación Internacional en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

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